La primera santidad del Nuevo Mundo nunca se llegó a ordenar de monja y si hoy se la recuerda con hábito de Santo Domingo, se debe a que temprano se dirigÃa a los hospitales de caridad a prestarse la túnica blanca y el manto negro, para brindar asistencia a los enfermos y menesterosos; sin eximirse de sus votos de castidad, ayunos, penitencias y martirios corporales por su condición laica. DormÃa en lecho duro y cotidianamente portaba una corona de espinas, que en la iconografÃa se la presenta en corona de flores.
Hace dos años, un equipo de cientÃficos peruanos y brasileños analizó su cráneo para con moderna tecnologÃa reconstruir la verdadera faz de su rostro, mostrando la Santa extraordinaria belleza natural que según se cuenta la trataba de ocultar o afear, a fin de no llamar la atención de los hombres. El emblemático nombre que inicialmente le disgustara, lo llegó a aceptar como Rosa de Santa MarÃa como ofrenda a Jesucristo, en una revelación.
Al margen de toda virtud, el opúsculo que comentamos muestra una faceta diferente, al recordarla con el tÃtulo de "Rosa Independista" que le otorga el Congreso de Tucumán, durante la declaratoria de la independencia Sudamericana efectuada por las Provincias Unidas del RÃo de La Plata, en reconocimiento al Patronazgo que desde el marquesado de Tojo -en Tarija- ejerciera en la emancipación americana.
Su canonización se produjo cuando su nombre era ya leyenda. Un delegado argentino aseguró conocer documentos que sitúan su nacimiento más de medio siglo antes, en la población de Porco -la principal veta de plata de Potosà en tiempos de la colonia-, donde hasta hoy, en el mes de agosto, se acostumbra entonar un inmemorial himno que dice: "Nuestra Patrona Santa Rosa/ Aquà en Porco fuisteis engendrada".
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