Lunes 01 de enero de 2018
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Según cómo quedan en cuartos intermedios o que se rompen los sabidos diálogos propiciados entre distintos actores sociales y en contextos sociopolÃticos diferentes de nuestra población, las palabras que fluyen en aquellos escenarios operan como verdaderas "armas", donde unos intentan exhortar mientras los otros disuaden; los unos acusan y los otros se defienden; estos alegan en tanto aquellos recusan; en fin son encuentros donde las palabras (unidades básicas de sentido) que inauguran el diálogo se vacÃan del para-sà para dar lugar a discursos cerrados en el que reinan simples monólogos y palabras huecas que anonadan la dimensión revolucionaria del diálogo.
En aquellos (re) encuentros donde se enarbola falsamente el diálogo se evidencian nomás prácticas, como dirÃa Freire, del saber depositar ideas unilaterales y proyectos egoÃstas de los unos hacia los otros o viceversa y discusiones guerreras sin compromiso por la pronunciación humana del mundo. O, como nos lo parafrasea Louis Althusser, las ideas de Lenin: cuando las palabras ofuscan y cierran el universo de las libertades se puede evidenciar la "lÃnea de la demarcación" entre las palabras verdaderas y las palabras falsas; entre las palabras sinceras y las palabras mágicas; entre las que intentan nombrar el mundo y las que apuestan por el silencio; en verdad son encuentros gravÃsimos porque en esos escenarios las palabras se van tornando en verdaderas armas.