La idea del movimiento perpetuo, la de la transformación, la de que hay un matrimonio indisoluble entre el hacer orgánico intrÃnseco a la naturaleza y la actividad creativa humana, fue la fuente de la que Calderón bebió como arquitecto desde su encuentro deslumbrado con la vida y la obra de Frank Lloyd Wright, el mayor cultor de lo que se ha conocido como arquitectura organicista.
Calderón resolvió la cuestión del "estilo" a partir de la forma primigenia que dependÃa de la función. Cada uno responde a una demanda determinada. El emblemático edificio Illimani sigue hoy como un referente de volumen y de forma para los edificios de departamentos. En el otro extremo, la sede de la CAF, obra de plena madurez, demuestra la perfecta posibilidad de combinar la transparencia con materiales que parecÃan exclusivos y aún execrables del brutalismo de los años setenta. Si en San Alberto cometió el mayor pecado de no seguir la norma de oro de su propia visión naturalista, la de calzar proporción, horizonte y entorno, en la mayor parte de su obra demostró el talento de un grande.
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