La culminación de un año, en otras instancias es parte obligada del recuento que se hace de lo que no se hizo y el saldo de frustración que golpea conciencias, cuando de verdad se lamentan las circunstancias que evitaron cumplir deseos o satisfacer necesidades colectivas y personales. El tiempo resultó corto cuando no se adoptaron previsiones oportunas para "jugarle al año" el buen uso del tiempo.
Lo evidente es que el año llega, transcurre diaria, semanal y mensualmente para llegar inexorablemente a su cierre, permitiendo satisfacciones a quienes lo administraron correctamente y dejando frustraciones entre quienes lo dilapidaron en inútiles jornadas de jolgorio, en que el tiempo perdido resulta irrecuperable. Por lo mismo bien o mal, el año se cierra con su lista de aciertos y desaciertos.
En materia social, aunque lo más claro es hablar de materia polÃtica, las cosas se presentaron bajo el signo de la duda, pues varias disposiciones colocan a la ciudadanÃa frente a la responsabilidad cÃvica de cumplir deberes, aunque los mismos no sean precisamente la expresión de respeto a la democracia y los derechos ciudadanos. Las consultas en las urnas arrojaron resultados no esperados en niveles oficiales y se puso en controversia el respeto a la decisión del Soberano, al desconocer el órgano electoral, la validez de los votos nulos y blancos que legalmente desconocieron a candidatos.
El cierre de la gestión 2017 no es satisfactorio, el balance es delicado, como la perspectiva para el próximo año, que de entrada confrontará problemas que deberán solucionarse cuanto antes para no alterar el cumplimiento de temas pendientes y faciitar condiciones "saludables" que garanticen una armoniosa convivencia entre bolivianos.
Fuente: LA PATRIA
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