Examen conciencial del año

Son muy pocas las personas que al final de un año, se toman un tiempo especial para realizar un examen conciencial sobre lo que hicieron o no lo hicieron en todo el año que llega a su fin, posiblemente con logros, quizás con frustraciones y por supuesto con una carga de cosas pendientes para el año que viene.

Este examen de conciencia, debería ser práctica entre esas personas que tienen bajo su responsabilidad una serie de compromisos sociales que tienen que ver con el bienestar de la gente, su seguridad y un proceso armónico de convivencia que elimine enfrentamientos y conflictos.

El balance de conciencia debería convertirse en una práctica regular de gestión personal, para aliviar pesares y reconocer errores, de modo que en el otro frente el cumplimiento de promesas sea parte del recuento positivo de haber satisfecho expectativas, brindando satisfacciones al entorno que nos rodea y que confía en la responsabilidad de los actores públicos de un proceso de gobernabilidad, sin importar su nivel, sino su efectividad.

La carga emocional tiene diferente peso en cada persona, pero sin lugar a dudas constituye una dura carga si el ciudadano tiene sobre sus hombros el cumplimiento de algunas promesas que se asumen, por ejemplo al tomar posesión de ciertos cargos que otorgan autoridad y definen por ese intermedio la suerte de centenares de personas que confían en el buen criterio de los que buscan y aceptan cargos para trabajar por el bienestar colectivo.

Este tema de hacer un buen balance del comportamiento personal en un año, puede deparar algunas sorpresas, si no se quitan exprofesamente los detalles negativos de acciones rutinarias y que por ese efecto fueron un engaño íntimo pero lamentablemente afectó a terceras personas.

Qué difícil debe resultar el tema, si además se analiza "al desnudo" las condiciones en que se manejaron los bienes públicos, los dineros del pueblo y si tales recursos fueron convenientemente utilizados o dilapidados. Quedará un peso de conciencia que por gravitación podría obligar a ejecutar cambios en aquellos programas de figuración y favorecer los que permiten mejor vida a la mayoría.

Como el nuevo año llega enseguida, es bueno también hacer un recuento de los temas pendientes, establecer de manera directa cuáles fueron los factores que postergaron su cumplimiento y en ese orden replantear muy seriamente un nuevo cronograma de actividades que priorice los que valen por su utilidad colectiva y puedan esperar los que maquillan y encienden lucecitas en plazas cautivas o que con gastos muy fuertes, sólo serán parte de un curioso movimiento de temporada, mientras no se planifique su sentido de amplitud social complementando su finalidad turística.

El Año Nuevo está listo, hay que reconocer dónde y en qué circunstancias nos encuentra para saber cómo y con qué voluntad desarrollaremos el compromiso de servir a nuestra colectividad, empezando por vivir con sencillez, cumpliendo lo que se promete y evitando mentir a la familia personal y la colectividad. Un examen conciencial al final de un año, puede ser una buena práctica para mejorar los objetivos en la próxima gestión.

Fuente: LA PATRIA