Luego, MartÃn pasó por el sector de peluquerÃa y decidió recortarse toda su melena que llevaba desde que salió de la cárcel de San Pedro, hace diez dÃas, donde estuvo preso por más de ocho años por estar involucrado en el asesinato de su jefe de pandilla "El Zuñagua".
El hombre relató que desde muy pequeño vivió en las calles, tras la muerte de sus padres en un accidente de tránsito en la ruta La Paz - Oruro. Aunque un tiempo fue cobijado por sus abuelos maternos quienes le dieron educación hasta quinto grado, pero la indiferencia y maltrato que recibÃa de parte de sus tÃos le obligaron a buscar "un hogar" en las calles de la urbe paceña.
Ante esa situación y ya joven, MartÃn decidió buscar otro refugio y fue al bosque de Pura Pura, pero en ese sitio se encontró con varios grupos que dominaban el territorio y para facilitar su ingreso, dijo, llevó botellas y latas de alcohol.
"Me han recibido bien, tenÃa plata y con eso he comprado alcohol. Se estar semanas tomando con el Zuñagua, era el jefe del grupo, pero era un abusivo y maltratador de las chicas. Nos hacÃa robar y un dÃa nos hemos peleado, ahà con otros le hemos apuñalado y ha muerto. Me arrepiento, era mi amigo. Por eso he entrado a la cárcel. Ahà dormÃa en un rincón, me hacÃan lavar los baños, recoger los papeles", contó.
MartÃn dijo que hace diez dÃas salió del penal y deambulaba por las calles. Fue ahà que se enteró de la campaña y decidió participar, además de aprovechar para bañarse y cambiar de ropa porque afirma que planea salir de la ciudad por algunas amenazas que recibió de los conocidos de su ex jefe de pandilla.
"Ya me han visto los amigos del Zuñagua, ellos me conocen como El Mono y han dicho ya habÃa salido, hay que matarlo, por eso me quiero ir a otro lado. No importa, voy a trabajar de lo que sea porque aquà me pueden matar", dijo mientras comÃa la picana que le alcanzaron los voluntarios de El Buen Samaritano.
"Hay jóvenes que vienen con cortes profundos en sus cuerpos, y en dos casos estaban infectados, pero por el paro hemos decidido curarlos aquÃ, inyectarlos para evitar que se siga expandiendo la infección, pero estamos haciendo seguimiento", dijo López.
"Hay casos donde nunca se han atendido con doctores y ahora que están mal tienen miedo, y cuando necesitan ser inyectados es peor, hay que convencerlos con paciencia porque tienen mucho miedo a la jeringa e incluso lloran", afirmó.
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