Gas boliviano en el Atlántico y para mercados europeos (parte I)
11 jun 2010
Por: Boris Gómez Uzqueda
Aunque aún no hay un texto técnico oficial desde el Estado boliviano, recientemente el presidente ejecutivo de la estatal Gas Trans Boliviano (GTB), propuso exportar gas boliviano, modalidad LNG –liquid natural gas- a Europa, por un puerto en Brasil.
Esa iniciativa, como cualquier otra que trate de insertar al energético boliviano -en modalidad materia prima, pero fundamentalmente tipo valor agregado- es importante y adiciona otro capítulo de la tan abultada discusión interna sobre el tema de hidrocarburos y energía, siendo buena la propuesta no faltarán los negativos y agoreros que quieran echar por tierra ésta iniciativa.
Reitero la necesidad de contar con una NPE Nueva Política Energética que, cabalmente, siga esas líneas de acción proactivas y propositivas de proyectos LNG y retomar así el proyecto abandonado en 2003 de exportar LNG a mercados norteamericanos y mexicanos. Siempre hemos sostenido -en columnas de años anteriores- que el tiempo del LNG boliviano llegaría, tarde o temprano, de la mano de un proyecto serio, coherente y técnicamente bien sustentado para beneficio de Bolivia que tendría que ser “socio” de un proyecto integral de LNG e industrialización.
Viendo un poco el tema LNG: el negocio de licuefacción creció significativamente. Redujo, en escala, costes de transporte del commodity, hizo crecer la oferta de astilleros que construyen embarcaciones marítimas especiales y redujo el riesgo de largos, costosos o políticamente inviables gasoductos. Hoy en día ya se tienen proyecto FLNG -floating liquefied natural- vale decir convertir el gas en líquido en las mismas embarcaciones prescindiendo de plantas de licuefacción, quizá sea otra modalidad para analizar.
La nueva tecnología hace posible que gas nigeriano o de Trinidad & Tobago sea utilizado en mercados del primer mundo. Obviamente para que un negocio LNG sea viable, para el ejemplo del mercado norteamericano las compañías deben asegurar la entrega a una compañía de generación eléctrica. Para el caso europeo puede asegurarse únicamente un regasificador en cualquier punto de Europa.
Insertar a Bolivia a esas “nuevas ligas” implica alta tecnología, gran capital de operaciones, modernidad en la toma de decisiones y una habilidad de negocios absoluta para lidiar en un mercado global que tiene más de 20 terminales de exportación (licuefacción), 60 terminales de importación (regasificación), y cientos de embarcaciones “tanqueros” LNG.
La iniciativa nos hace pensar, por ejemplo, en metaneros con LNG boliviano de sociedades de capital mixto (privado multinacional y Estatal) con contratos “ancla” para termoeléctricas en algunos países europeos o con venta tipo spot a demandantes ocasionales que siempre requieren de gas suplementario para mover la industria europea. ¿Y el dinero para éstos proyectos?: alianzas estratégicas público-privadas, para el caso boliviano: utilizar una porción de las RIN –reservas internacionales netas- en apalancar financiamientos.
Ello pondría a Bolivia nuevamente en el escenario de importancia energética. Algunos dirán que “no hay suficiente gas para exportar”, otros argumentarán que “no hay capitales para proyectos LNG”, otros dirán que “hay que atender los mercados regionales primero”. Todos los argumentos son inválidos. Se trata, en todo caso, de pensar integralmente: un proyecto de LNG va a requerir marchar “de la mano” de un plan de industrialización a escala de gas junto a procesos de exploración y producción coordinada y sostenible en el tiempo. Para esto último una nueva Ley de Hidrocarburos debe ser abierta a capitales externos.
(*) Es máster en Administración de Empresas, ejecutivo de una compañía de servicios en industria, energía, tecnología e hidrocarburos.
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