Hoy por hoy poco se habla de la mesura, es una de esas palabras que han pasado a segundo o tercer plano, o que en el mejor de los casos su significado se ha degradado hasta convertirse en una palabreja oxidada, de la cual se oye poco, y cuyo significado nunca termina por entenderse realmente. Mas la mesura abarca una significación que le cabe grande, y pesada a nuestros tiempos, en los cuales se acostumbra darle gusto al gusto, convirtiéndonos en esclavos de nuestras pasiones, y encima de regodearnos de ello, fanfarroneándonos de las bajas pasiones, y de cómo éstas acaparan nuestra existencia.
La Real Academia de la Lengua, define mesura como: Moderación, comedimiento y antiguamente la identifica con la virtud de la templanza. En la edad media se la consideraba como una cualidad caballeresca que identificaba sobre todo a los caballeros castellanos, y cuyo máximo referente es el "Cantar del mio Cid" cuyo protagonista Rodrigo Díaz de Vivar, ostenta un equilibrio y meticulosidad en todas sus obligaciones, siendo sus acciones caracterizadas por la prudencia y el comedimiento hacia quienes le rodean. Tomando este exquisito ejemplo, podemos entender que la mesura es la mayor opción ética, ya que obliga a sus electores a un perfecto dominio de sí mismos, de sus defectos, faltas, vicios y bajos instintos, para lucir ante el mundo una conducta intachable, equilibrada, firme y serena.
Sociedad desmesurada, sería una buena manera de describir los tiempos que corren, ya que se caracterizan por degradar y hacer mofa de las virtudes, antaño pregonadas por la civilización cristiana, y en ensalzar los defectos y vicios so pretexto de libertad. Y es que en nuestros penosos tiempos se entiende por libertad el sumarse a la "voluntad" general, el estar a la moda, el pensar como todos. Pero son pocos los que reflexionan que esta mal llamada libertad es la tiranía de los deseos putrescentes, de las pasiones gregarias, que someten al género humano convirtiéndolo en una vil marioneta de sus instintos y apetitos corrompidos. Más aún peor los ingenieros sociales intentan que nos traguemos su nominalismo, distorsionando el significado de las palabras haciendo pasar la degradación por "desarrollo" y al vicio por "virtud", y cuya principal arma sería una democracia aparente, convirtiendo la voluntad de las masas embobadas en parámetro de lo bueno y malo, lo justo y lo injusto, y sometiendo a los disidentes al escarnio público y a la muerte social.
El ser humano debe siempre tener en cuenta que sus logros han sido conseguidos gracias a la capacidad de dominio de sí mismo, que si bien es cierto que lo mueven sus instintos y sus deseos, la satisfacción de estos se debe a un método disciplinado de planificación, esfuerzo y disciplina, que no sólo satisfaga la necesidad inmediata, sino que en su realización formen la voluntad del hombre, constituyéndose como un ser íntegro de férreos principios, y que tenga por mayor tesoro un discernimiento claro de lo correcto y lo erróneo. Decía Aristóteles que lo que distinguía al hombre de cualquiera de los animales es la capacidad para discernir el bien y mal; y podríamos completar la definición aristotélica diciendo que, cuando el hombre renuncia a esa capacidad que lo distingue, se convierte en el peor de los animales.
Empero no es que el hombre haya perdido racionalidad, sino más bien que utiliza la misma como mecanismo de elaboración y posteriormente de justificación para dar rienda suelta a sus desenfrenos, ya que es precisamente el hombre inmoral el que está más presto de justificaciones, y no tardará en fabricarlas, y ya con este ardid intelectivo se sentirá desacomplejado y hasta orgulloso de su vicio, pero esto no se queda aquí sino que exigirá que su conducta moralmente reprobable pase a ser socialmente admitida. Y eso no debe sorprender a nadie puesto que tenemos varios ejemplos de conductas antiguamente reprochadas que se han convertido en el pan de cada día o están en proceso de normalización.
No es este un llamamiento a la negación de la naturaleza instintiva ni pasionaria del hombre, ni mucho menos propaganda de una vida mojigata, los grandes racionalistas, como Spinoza, Descartes y Hume, conocieron y analizaron las pasiones, tratando de encauzarlas para el bienestar del hombre. En Tratado de las pasiones, Descartes admite que son impulsos brutales y repentinos que nos asaltan, pero no aconseja eliminarlas, sino entenderlas para poder vivirlas con medida y pausada intensidad. Para Spinoza, las pasiones son afecciones que nos mantienen vivos, voluntarios, tensos y nos hacen perseverar en nuestra existencia. Vivir es apasionarse siempre de todo y por todo, es el esfuerzo que nos hace subsistir. Entonces la pasión es el motor que nos mueve a realizar grandes y encumbradas obras, pero es también la mayor fuerza destructiva del hombre, que sin un actuar mesurado llega a ser esclavo de la misma.
La vida de todo ser humano debe estar enfocada en el equilibrio que modere la atracción a los placeres, y posibilite el desarrollo de la voluntad sobre los instintos, porque sólo la persona que se sienta dueña de sí misma, tendrá su destino en sus manos, sólo quien se domina y disciplina alcanza una verdadera paz espiritual, y comprende que la verdadera libertad no es la corrupción de la experiencia libertina, sino la concentración de sus fuerzas y anhelos en la consecución de un bien mayor, de una vida digna, y trascendente en la búsqueda de la verdad suprema. Y para hacer de esto posible es imprescindible conocer nuestros propios defectos, y evitar ponernos en situaciones donde nuestras debilidades afloren, utilizar la inteligencia para moderar y orientar nuestros deseos y enfocarlos hacia el bien. No ceder ante nuestros caprichos, ser congruentes con lo que se dice y se hace, no justificarse ni dar falsos pretextos, en definitiva luchar todos los días por ser mejores personas.
Mesura es la vida éticamente vivida, el dominio y disciplina de uno mismo, la manera de convertirnos en seres humanos verdaderos y valiosos para nuestra sociedad, es el desarrollo de una voluntad e inteligencia inquebrantables, que estén en continua auto observación, tendiendo hacia el bien social, puesto que la voluntad y la inteligencia libertinas que actúen sin mesura, acabarán sucumbiendo fácilmente al imperio de las pasiones.
carabantxel@outlook.co
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