De inmediato, las palabras nos remiten a nuestra cotidianeidad o, mejor dicho, con ellas inauguramos, hacemos nuestra cotidianeidad, cotidianeidad del hogar, del trabajo o de la calle. Primera modalidad de las palabras es el habla, o sea el saber hablar. Esto no significa que el lenguaje de las señas, de la vestimenta, del caminar, del juego, del guiño, de los tics u otros códigos no sea lenguaje, es al contrario profundamente lenguaje y que conlleva saber situarse en el contexto sociocultural del mismo.
Las palabras como unidades lingüÃsticas dotadas de significado van, sin embargo, complicando nuestra cotidianeidad y que convendrá entonces saber distinguir y discernir si se trata de algo real o de una publicidad; del enunciado que dice "pido la palabra" en un contexto sindical, del enunciado "pido la palabra" en un contexto cultural donde discurre el poema de Eliodoro Aillón; o de quien dice no hablen al mismo tiempo porque no se entiende nada. A esta complejidad, se sumarán las palabras envueltas en denotaciones/connotaciones; paradigmas/sintagmas; pragmáticas/sintácticas o simplemente metáforas o metalingüÃsticas. Se estudiarán las palabras en contextos de la filosofÃa del lenguaje ordinario y cientÃfico, entonces desde la lógica matemática de George Edward Moore no faltará alguien que diga que en publicidad no se dice, a propósito de los friales: "llegaron pollos para la Navidad", porque los pollos están muertos y no pueden arribar a un frial; tampoco cuando se dice "estoy bajando abajo".
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