Navidad: paz amor y unidad

Se acaba el año y llegan las festividades, la Navidad que significa nacimiento, es la época más esperada por todos, llena a las personas de energía positiva y abre los corazones a la reconciliación, la paz y el amor estrechan aún más los lazos de unión entre las familias. Este es un tiempo de reflexión donde se hace un balance de todo lo sucedido en el año, los acontecimientos positivos se recuerdan y agradecen, pero todas aquellas dificultades sufridas a lo largo del año, se convierten en oportunidades de mejora para el futuro.

La llegada de la Navidad nos ofrece, año tras año, una ocasión para la pausa, para la reflexión. La Navidad brinda una oportunidad inmejorable para revestirse de esperanza que se debe encontrar no sólo como algo implícito en las fiestas que se conmemoran estos días, sino que también responde a sólidos argumentos, y que ha de orientar en medio del sufrimiento. Una esperanza que permite mirar al horizonte inmediato del año 2018 con fundadas razones para el optimismo y para la ilusión. Son días para llevar la alegría al corazón, y la paz y la fraternidad al hogar y a la familia. Días para hacer acopio de los mejores sentimientos y para sentirse, más próximos aún a los desfavorecidos.

Es la oportunidad de añadir los mejores deseos y la confianza en que se verán cumplidos todas las expectativas para un nuevo año, anhelar metas que se pueden cumplir, y por esta razón poner la esperanza en la creación de empleo, en que muchas personas encuentren trabajo a lo largo de los próximos meses y con ello ver aliviadas las cargas económicas que han padecido durante estos años y encontrar recompensa a tanto esfuerzo y sacrificio. Confiar en que vendrán días, meses y años mejores y con la fe puesta en Dios permitir abrir una nueva etapa de desarrollo y de progreso. Lograr fundamentar la esperanza en la creación de nuevas fuentes de trabajo mejora de la salud y la educación.

Esta temporada permite recordar momentos alegres y tristes como la tensión de diferentes organizaciones sociales contra el gobierno y, los esfuerzos y sacrificios efectuados por la Iglesia Católica para evitar el enfrentamiento de sectores con el gobierno por peticiones y demandas justas apegadas a los derechos de las personas.

La Navidad que es tiempo de reflexión tiene que enseñar que es necesario anteponer los intereses generales a los particulares, que es necesario hacer a un lado la soberbia, escuchar dialogar, ser tolerantes para encontrar un entendimiento con los sectores en conflicto para logar la unidad de los bolivianos, porque no es un buen mensaje tener personas heridas en clínicas y hospitales a causa de manifestaciones.

En este tiempo de Paz y Amor se renueva el espíritu de bondad y humanidad con la esperanza que llegarán días mejores en los que se volverá a recuperar la patria donde no existía división, egoísmo, egocentrismo y egolatría. Tener fe en Dios para nuevamente disfrutar de todo aquello que circunstancialmente quedó aplazado, la convivencia en Estado de Derecho, respeto a los Derechos de las personas, unidad igualdad y tolerancia entre todos los hermanos bolivianos como principio de Democracia plena.

La Navidad es el inicio de una búsqueda permanente de paz y concordia, un encaminar de virtudes del ser humano por sendas de construcción y perfeccionamiento del espíritu y de los bienes que hacen la felicidad de los hombres; es la lección mayor que el Creador ha dado a la humanidad porque fue la entrega de Su Hijo para la salvación del mundo, un mundo que, por soberbia, ha desencadenado, muchas veces, guerras y conflictos que atentaron contra la paz, la hicieron vulnerable: pero, han sobrevivido las virtudes sembradas en los corazones para que restablezca esa paz.

La Navidad es y debe ser, el principio de comprensión y unidad entre los hijos de esta patria, Bolivia, que precisa, con mucha urgencia, de una práctica de virtudes que se hagan valores en gobernantes y gobernados para que mancomunadamente se sirva al bien común, pero en unión armonía y acuerdo, alejados de rivalidades y desavenencias que sólo agravan los males y complotan contra las esperanzas que abrigan los corazones.

La Navidad es mensaje de paz y avenencia y no se puede desconocer los derechos del pueblo de vivir en consonancia con el mensaje de Dios en sentido de lograr armonía no sólo en el día sino como preparación y práctica durante el año que se aproxima en que primen las condiciones constructivas de todos, no solamente para conseguir una paz espiritual permanente sino para alcanzar el desarrollo y progreso que sirvan a las actuales generaciones y que preparen el futuro para que los hijos de los hijos de hoy vean permanentemente la luz divina que ilumine sus caminos bendecidos por Jesús.

Navidad no puede ser una festividad comercial ni materialista, donde en casos, se hace práctica hasta de voluptuosidad que, más tarde profundizan división y rivalidades que no tienen justificación alguna. Recordar el Nacimiento de Jesús es causa y motivo para agrandar los valores del espíritu, renovar los sanos propósitos, perdonar las ofensas recibidas y, plenamente abiertos de corazón, saber olvidar lo malo sufrido porque el perdón abre las puertas de la vida prometida por el Salvador; Navidad es tiempo, para proponerse ser mejores haciendo que las virtudes sean corolario de la vida y cimiento de valores que se hagan principios para tomar conciencia de país y acrecentar el amor por la patria y el prójimo.

Como consecuencia de los propósitos que se animan en la Navidad, es preciso desterrar las discordias y los antagonismos de cualquier naturaleza, porque el amor siempre debe ser constructivo y humilde debido a que todos somos producto de la voluntad de Dios que nos puso como Señor, Maestro, y Salvador a Su Hijo Jesús que es ejemplo de humildad, amor, paz y unidad.

(*) Ingeniero