Un año que se va y viene otro cargado de esperanza
20 dic 2017
Cada que termina un año y comienza una nueva gestión, vemos que pocas cosas sufren transformaciones, como el calendario que va perdiendo hojas, lo que simboliza el paso del tiempo, pero no necesariamente muestra cambios significativos en la vida de las personas o de las instituciones.
Cada que termina un año, expresamos nuestros deseos de que el próximo sea mejor, que llegue cargado de ventura y prosperidad, en el ámbito privado o en el público se marcan propósitos para cumplir en la gestión que comienza, sin embargo, la realidad refleja que el tiempo continúa su avance y existen muchas cosas que no se modifican en el presente, al parecer en el caso de Oruro el desarrollo avanza a paso de tortuga.
En un recuento de lo que ocurrió en 2017, se puede verificar que muchos intereses mezquinos impidieron el progreso de Oruro, pues a pesar de haberse construido una gigantesca infraestructura para que funcione una estación de buses, moderna, que ofrezca la comodidad que los usuarios merecen, y aunque fue inaugurada en tres oportunidades, al final la edificación quedó sin ninguna utilidad, como se diría en el lenguaje popular, un "elefante blanco" sin prestar el servicio para el que fue creado; pese a tener una terminal de omnibuses, su capacidad para la atención de la numerosa clientela, que realiza viajes de ida y de vuelta, ya ha sido rebasada, existiendo incomodidad para las mismas empresas que además ofrecen el servicio de recojo y entrega de encomiendas, lo cual no resulta ser razón suficiente para ocupar la nueva infraestructura.
Sin embargo, otros proyectos prometidos a Oruro aguardan su conclusión y se anuncia su "pronta" entrega que nunca llega, como la consolidación del Puerto Seco, que si bien este año tuvo avances éstos no fueron significativos, el Teleférico turístico, destinado a unir el espacio donde se yergue el monumento cristiano más grande de América, dedicado a la Virgen del Socavón, con la plaza Argentina, denominada también "Del Folklore", donde se ubica el Santuario de la Virgen María en su advocación de la Candelaria. Ambos proyectos, entre los más resaltantes.
Mientras las autoridades se reunían para lograr un acuerdo acerca de la distribución de los recursos de las regalías por los hidrocarburos y otros, que llegarían del gobierno nacional, a través del denominado "pacto fiscal", aun sin conocer el monto exacto que le tocará a Oruro de la repartición que se hará en todo el territorio boliviano, la entidad encargada de la defensa de los intereses de la región se dividía, formando dos frentes opositores, que perdieron la credibilidad de la población, porque en ambos bandos se vio que antes que el beneficio del departamento, primaban los intereses personales, ahora se tiene dos comités cívicos y ninguno tiene la fuerza suficiente como para realizar una defensa férrea de las luchas regionales y exigir que se cumplan los más caros anhelos de los orureños ante las autoridades, porque perdieron también el poder de convocatoria.
Pero existen otros sectores que más bien, contra esa costumbre de dividirse, quieren centralizar todo en un solo lugar, el casco viejo de la ciudad, es así que los conflictos surgieron en el sector del transporte público, porque, ante la falta de empleos formales, profesionales y no profesionales, se vuelcan a las calles en sus vehículos para lograr el sustento para sus familias, pero causando caos en el centro de la urbe, porque todos desean pasar por ciertas calles del centro de la ciudad, provocando asimismo, polución del ambiente por el smog y contaminación acústica por los bocinazos a los que recurren en un intento de descongestionar las diferentes arterias de la capital.
Y siguiendo esa "tradición" de contaminar, a las afueras de la ciudad, más propiamente en el lago Uru Uru, los comunarios encienden hogueras y queman totorales, asfixiando el ecosistema lacustre, de un humedal que de por sí recibe aguas contaminadas del que otrora fuera el río Tagarete, hoy por hoy, un canal que lleva aguas ácidas que salen de la mina San José y aguas servidas que se originan en la colapsada planta de tratamiento, donde además las personas vierten desechos de todo tipo.
Como no existen políticas para revertir el daño ambiental que se ocasiona en los acuíferos, no sólo el Uru Uru, sino el lago mayor, es decir el Poopó, sufrió la peor sequía de todos los tiempos, sin que nadie pueda hacer nada. Los orureños fuimos testigos del desastre ambiental de magnitud como fue la desaparición del espejo de agua que alimentaba a miles de familias a través de la pesca y la agricultura; en la actualidad, sobre todo la parte Sur, es un salar y toda posibilidad de vida silvestre ha desaparecido, desesperando a los pobladores de las inmediaciones, muchos de los cuales tuvieron que emigrar en busca de otra forma de sustento para continuar viviendo.
Y si de salud se trata, el añorado hospital de tercer nivel fue concluido en una primera fase y ya está funcionando, aún se aguarda la culminación de la segunda fase, sin embargo, por ahora funciona como un anexo del Hospital General San Juan de Dios, que en lugar de ser refaccionado para contar con dos centros de salud de tercer nivel, tenderá a desaparecer como tal, así que seguiremos en las mismas, con un solo edificio en el que se concentre la atención médica para los ciudadanos tanto de la capital del departamento como del resto de las provincias, demostrando que no hay visión de futuro ni de progreso, simplemente debemos conformarnos con más de lo mismo.
Un año más que se va y seguimos igual, con desorden, caos, contaminación y obras de mala calidad que nos presentan como los grandes regalos para esta ínclita región. Se puede decir que 2017 fue el año del desorden para Oruro, pues, en el ámbito cultural, los mayores orgullos para sus habitantes son el festival nacional ¡Aquí?canta Bolivia! y el Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, pasaron sin pena ni gloria, es más, ambas actividades se deslucieron precisamente por la improvisación y la desorganización.
Eso fue lo que ocurrió en la gestión que ya termina en el ámbito local. En cuanto al panorama nacional e internacional, tuvimos algunas sorpresas desagradables, como lo demostraron hechos resaltantes que desnudaron la inseguridad y la impunidad que campean en territorio boliviano, con los casos de EuroChronos y Brinks, asaltos que se saldaron con muertos, y el gran desfalco en el Banco Unión, minimizado por las autoridades del gobierno, quienes nos darían otras sorpresas en los últimos meses de la gestión.
A unos días de verificarse una nueva elección de magistrados para el poder Judicial, los salientes ya desprestigiados por una mala gestión, en la que en lugar de dar soluciones a la retardación de justicia empeoraron la situación, fallaban a favor de la repostulación de los primeros mandatarios de la nación, desconociendo aun la misma Carta Magna y otras leyes, poniendo el interés de dos personas sobre los derechos de miles de ciudadanos, lo cual, fue visto por el partido de gobierno como un espaldarazo a la democracia, cuando en los hechos significó todo lo contrario.
El ámbito internacional se signó por la violencia y las tragedias, tanto por cuestiones políticas como por embates propios de la naturaleza, que reacciona ante las agresiones de los humanos que con el uso y abuso que hemos hecho de los ecosistemas, causamos un desequilibrio en nuestro gran hábitat que es el planeta Tierra.
Y los problemas siguen su curso pese a la finalización de un año que termina en unos días más, pues, aún no se ha solucionado la situación de violencia en Siria, continúan las diferencias entre Cataluña y el resto de España, en Venezuela el regimen de Maduro continúa sometiendo a sus ciudadanos, en especial a quienes se le oponen, sigue la tensión entre Estados Unidos y Corea, que amenazan con hacer uso de sus misiles nucleares como si de petardos se tratara.
Este panorama, mundial, nacional y local lo reflejamos en este anuario, haciendo un apretado resumen de las cuestiones que más llamaron la atención durante el año 2017, no es un escenario muy halagüeño, pero como en cada fin de gestión, culminamos con la esperanza, de que lo malo se vaya y venga por detrás algo mucho mejor, que al final es siempre lo último que se pierde.
Ponemos a disposición de nuestros lectores este material que deseamos les sirva de reflexión para pensar en lo que podemos hacer para corregir lo malo y mejorar lo bueno, deseando que la gran familia boliviana encuentre paz, prosperidad y mucho amor en el año venidero.
Atentamente,
Ximena Miralles Iporre
Directora de LA PATRIA
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