A lo largo de la estrecha calle principal de este humilde barrio cairota, conocido popularmente como la Ciudad de los basureros, se apilan restos de basura y sacos de residuos en los que se han guardado cartón, vidrio y metal, envueltos en un olor a podredumbre que inunda el ambiente mucho antes de entrar en el barrio.
En el corazón del barrio, se encuentra la Asociación de Protección del Medio ambiente (APE), creada en 1984 para reciclar y mejorar las vidas de los colectores de basura y de sus familias, favoreciendo la independencia de las mujeres dándoles una formación.
Samia Wadie, responsable del telar de la asociación, donde enseñan a las mujeres del barrio a hacer alfombras con restos de telas, explica a Efe que el objetivo de la asociación, además de proteger el medio ambiente, es "realizar un cambio social"; pues, cuando ella se unió al lugar en 1987, "las chicas no salÃan" de casa".
Sin embargo, ahora, "la mayorÃa de las chicas a las que hemos formado ya tienen trabajos fuera, en otros talleres que se inauguraron", además, actualmente, "las jóvenes entran a las universidades y tienen tÃtulos superiores".
"Toda la sociedad ha cambiado", subraya Wadie, que precisa que "hay tradiciones y costumbres que cambiaron radicalmente en la sociedad, entre ellas la mutilación genital femenina (MGF), el matrimonio temprano" o prohibir el aprendizaje de las chicas.
En este departamento, se forma a las jóvenes del barrio a tejer alfombras multicolores con unos telares artesanales, que tras la finalización de la capacitación se regala a quien lo desea para que siga su trabajo desde casa.
Asimismo, ofrecen un servicio de guarderÃa, además de una escuela, para permitir que las madres con hijos puedan participar en este u otros talleres.
Con los diferentes productos, APE busca lograr la autosuficiencia, un reto que no es fácil, según confiesa a Efe Bejit Mettry, que se encarga de las relaciones públicas.
Explica que lo más importante en la producción es la venta; "cuanto más vendemos, más gente trabaja y más material podemos traer para cubrir los sueldos y que el proyecto tenga continuación y sostenibilidad".
Mettry, de 44 años, aclara que para ello mantienen "una gran actividad (de difusión) que realizan voluntarias" en ferias, con los amigos o participando en eventos en colegios o embajadas.
Además de estos talleres, la asociación cuenta con un club infantil, que depende de donaciones y de la recaudación de fondos, en el que se educa a los niños que corren el riesgo de abandonar la enseñanza, y se ofrece alfabetización para adultos, según cuenta Laila Ghali, voluntaria para el programa educativo.
Además, ofrecen conferencias de concienciación sanitaria, educativa y social, fundamental en un barrio donde rebosan los desperdicios.
Atareada con el telar, Cristin que empezó recientemente un curso de formación, cuenta a Efe como gracias esta nueva ocupación ya empezó a aumentar un poco los ingresos para mantener a sus hijos, que mientras Cristin aprende el nuevo oficio, estudian o se entretienen en el club infantil de la ONG.
Fuente: El Cairo, 16 (EFE)
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