Atropello al derecho ciudadano

Por enésima vez nos referiremos al gravísimo problema que ha cambiado la antes ordenada y limpia ciudad de Oruro, convirtiéndola en una réplica y todavía de mal gusto con un mercado persa, pues para referencia de ese mamotreto, por lo menos tiene límites definidos, lo que no ocurre en nuestro medio, donde el comercio informal atropella todos los derechos ciudadanos y como se denuncia, con permisibilidad de autoridad municipal, lo que alienta su imparable crecimiento.

Lo que hace años era una feria bisemanal en algunas calles próximas al mercado Fermín López se extendió, propiamente en la calle Cochabamba, ha ido creciendo desmesuradamente ocupando la Ayacucho y la Junín, además de todas las transversales que desde la Presidente Montes se extienden hasta la última arteria que es el límite del sector oeste en esa parte de la ciudad.

Este gigante comercio callejero en una zona de la ciudad, ha cobrado tanta importancia que se lo denomina como "súper feria" y atrae por una parte a miles de comerciantes, que prudentemente deberían ser censados para tener elementos de control, sobre participación de comerciantes, cuánto pagan por puesto en los días de feria y en días extraordinarios, con lo que se ratificaría esa otra denominación que se ganó Oruro, al convertirse en "centro comercial distribuidor", aunque sin que se recupere una adecuada proporcionalidad de orden impositivo, por un negocio que vulnera derechos no sólo de ciudadanos transeúntes, sino también de propietarios o inquilinos de buena cantidad de bienes inmuebles, en cuyas paredes, puertas y garajes se instalan arbitrariamente los comerciantes, aunque también hay dueños de casa que le sacan su tajada al negocio.

En todo caso, la súper feria funciona a full time y cada vez se hace más difícil transitar por esas calles, en las que de algún modo, la ciudadanía logra aunque con ciertas dificultades adquirir lo que busca y hasta encontrar de sorpresa una variedad de artículos que producto del contrabando pueden entrar en la lista de requerimientos inesperados, pero bien venidos.

Es una cara de la medalla de este terrible problema que crece de manera imparable con su secuela de perjuicios al derecho del libre tránsito de la gente, pero al mismo tiempo de beneficio para ese mismo colectivo ciudadano que busca ahorrar visitando la feria, y aunque no se quiera sumándose a la informalidad que constituye una implícita evasión impositiva. La otra cara es estrictamente social.

En días más deberá instalarse otra feria de temporada expresamente navideña, tendrá las mismas características de funcionalidad con puestos precarios y el pago de "sitiaje", para dar paso a otros cientos de comerciantes que movilizarán a miles de ciudadanos y generarán un millonario movimiento económico que no tributa pero que por donde se lo vea, atropella al derecho ciudadano y mantiene la ciudad como el más amplio y caótico mercado citadino.

Fuente: LA PATRIA