Jueves 07 de diciembre de 2017
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Las elecciones judiciales de octubre de 2011 no fueron distintas a las celebradas este diciembre.
Hace seis años, como ahora, el voto nulo fue mayoritario y, para cada uno de los tribunales, superó el 42 por ciento. Entonces, como ahora, no existió un factor gravitante como aparentemente fue la decisión del Tribunal Constitucional que habilitó al presidente Morales para una nueva reelección.
Y eso se debe a que, con Ãnfulas democráticas o no, el Judicial es el poder más técnico de todos y, por lo tanto, no puede someterse a una votación popular.
Esa fue mi primera reacción cuando la Constitución PolÃtica del Estado introdujo la figura del sufragio universal para la elección de las máximas autoridades del Poder Judicial que, al igual que los otros -incluido el Electoral- pasó a llamarse "Ã?rgano" del Estado.
Sin embargo, pesó el argumento democrático. Si un ciudadano que cumple con los requisitos mÃnimos puede ser elegido presidente del paÃs, ¿por qué no proceder de la misma forma con el Poder Judicial? La respuesta -técnica- es que para ser autoridad de ese poder del Estado es necesario ser abogado y ahà ya se rompe la propuesta democrática. Solo los abogados pueden postularseÂ? no existe la supuesta horizontalidad que caracteriza a los demás poderes.
Pero habÃa que darle una oportunidad a la democracia y asà lo hice en 2011. Me informé sobre los candidatos y ahà surgió la primera gran desilusión: la mayorÃa eran desconocidos con méritos insuficientes como para manejar, a través de sus respectivos tribunales, al muy técnico Ã?rgano Judicial. Aun asÃ, voté y esperé los resultados. El paÃs sabe que fueron desastrosos porque tuvimos el peor Poder Judicial de nuestra historia.
Esos pésimos resultados me convencieron de que el �rgano Judicial no debe someterse a voto salvo para casos que no tienen que ver con nombramientos. En Japón y algunos Estados de Estados Unidos hay plebiscitos para ratificar jueces o removerlos del cargo.
El método anterior, en el que el Congreso elegÃa a las autoridades del Poder Judicial, no era bueno porque estaba sometida a una evidente partidización pero el actual es peor, como se ha visto sobradamente.
En los 29 años que llevo de periodista me convencà de que las autoridades del Poder Judicial estaban sometidas a la polÃtica partidaria peroÂ? ¡por Dios!..., por lo menos existÃan ciertos elementos de meritocracia, necesaria para un Ã?rgano como el judicial.
Hoy las elecciones judiciales están más partidizadas que nunca y, aunque con tÃtulo de abogado, cualquiera puede ser magistrado. Y cualquiera es el resultado.
(*) Premio Nacional en Historia del Periodismo