"Antes que los prejuicios y el estacionarismo llene vuestra fe de artistas, oÃdme un poco, un poco no más, como a un compañero en la aspiración por la belleza, como a un hermano en el viaje que hacemos a la meta celeste de lo hermoso y de lo perfecto.
Tal vez Buenos Aires, dentro de algunos años, en esta parte del mundo, sea la Roma genial, la Atenas plástica, el ParÃs cosmópolis de lo intelectual; que la flauta de Pan suene en su enorme cerebro de plata, donde todas las sangres se mezclen, donde todas las razas colmeneen en el panal todavÃa diforme, y despierten las almas su eco, vuelen las abejas del pensamiento y recojan la miel de la flora virgen, y la mezclen con las exóticas flores del trágico Simbolismo ibseniano, con las mÃsticas azucenas verlenianas y las rojas sombrÃas amapolas de D´ Anunnzio.
No es que debemos amar precisamente la asimilación exótica, ni hacer que invernen nuestras almas en climas intelectuales de Ãndole diversa a nuestra naturaleza; pero lo bueno no tiene patria y todos debemos recoger lo nuevo, lo original, lo genuino de los tiempos, de los cambios.
El eclecticismo que no destruye, que ama más bien con un amor universal todo lo que es manifestación hermosa, todo lo que aspira a ser arte, buscando la fuerza de evolución de la naturaleza, que se renueva en cada impulso, la savia; mezclar lo exótico con lo genuino; hacer germinar los perfumes en la flora virgen con el cambio de trópico; en una palabra, producir lo realmente armonioso y sensible; hablar de las cosas que no tienen lenguaje de palabras, e iniciarse en la concepción de lo grande, de lo genial.
Levante, pues, la vista, la juventud intelectual, por encima de los románticos infolios, de las largas filas de romances, de las cuadradas estrofas con fuertes consonantes que huelen a esfuerzos Ãmprobos, aborto de ripios y de banalidades y vea y escuche que ahà pasa el núcleo brillante, por el lado de Francia el enorme Lecante de Lisle, resucitando el antiguo parnaso en el panteón olÃmpico, encontrando el alma humana engrandecida por los hechos desde los tiempos bárbaros; el traqueteo incesante de la labor ardua, la tragedia colosal del hombre, la peregrinación eterna hacia el bien, hacia el arte.
AgustÃn de Pórcel. (Bolivia, 1877-1911). Abogado, periodista y escritor festivo con inagotables recursos humorÃsticos y literarios. Contrajo matrimonio con Carolina Jaimes Freyre, hija del famoso "Brocha Gorda". Residió la mayor parte de su vida en Argentina. Es autor de "Pequeñas acuarelas"
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