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Invitado


Domingo 03 de diciembre de 2017

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Cultural El Duende

Nicanor Parra

03 dic 2017

Nicanor Segundo Parra Sandóval. San Fabián de Alico, 1914. Poeta, matemático y físico chileno. Entre otros ha publicado: La Sagrada Familia (1997), Lear, rey & mendigo (2004), Discursos de sobremesa (2006), Obras públicas (2006) y Antiprosa (2015)

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Es olvido

Juro que no recuerdo ni su nombre, mas moriré

llamándola María. No por simple capricho de poeta:

Por su aspecto de plaza de provincia.

¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros,

Ella una joven pálida y sombría.

Al volver una tarde del Liceo supe de su muerte

inmerecida, nueva que me causó tal desengaño

Que derramé una lágrima al oírla. Una lágrima, sí,

¡quién lo creyera! Y eso que soy persona de energía.

Si he de conceder crédito a lo dicho por la gente que trajo

la noticia, debo creer, sin vacilar un punto,

Que murió con mi nombre en las pupilas. Hecho

que me sorprende, porque nunca fue para mí otra cosa

que una amiga. Nunca tuve con ella más que simples

Relaciones de estricta cortesía. Nada más que palabras y palabras y una que otra mención de golondrinas.

La conocí en mi pueblo (de mi pueblo, sólo queda un puñado de cenizas), pero jamás vi en ella otro destino

Que el de una joven triste y pensativa. Tanto fue así

que hasta llegué a tratarla con el celeste nombre de María,

Circunstancia que prueba claramente la exactitud central

de mi doctrina. Puede ser que una vez la haya besado,

¡Quién es el que no besa a sus amigas!

Pero tened presente que lo hice sin darme cuenta bien

de lo que hacía. No negaré, eso sí, que me gustaba

Su inmaterial y vaga compañía que era como el espíritu sereno que a las flores domésticas anima.

Yo no puedo ocultar de ningún modo

La importancia que tuvo su sonrisa

Ni desvirtuar el favorable influjo

Que hasta en las mismas piedras ejercía.

Agreguemos, aún, que de la noche

Fueron sus ojos fuente fidedigna. 

Mas, a pesar de todo, es necesario

Que comprendan que yo no la quería

Sino con ese vago sentimiento con que a un pariente enfermo se designa. Sin embargo sucede,

sin embargo, lo que a esta fecha aún me maravilla,

Ese inaudito y singular ejemplo

De morir con mi nombre en las pupilas,

Ella, múltiple rosa inmaculada,

Ella que era una lámpara legítima.

Tiene razón, mucha razón, la gente

Que se pasa quejando noche y día

De que el mundo traidor en que vivimos

Vale menos que rueda detenida: mucho más honorable es una tumba, vale más una hoja enmohecida.

Nada es verdad, aquí nada perdura,

Ni el color del cristal con que se mira.

Hoy es un día azul de primavera,

Creo que moriré de poesía, de esa famosa joven

melancólica no recuerdo ni el nombre que tenía.

Sólo sé que pasó por este mundo

como una paloma fugitiva:

La olvidé sin quererlo, lentamente,

Como todas las cosas de la vida.

Test

Qué es un antipoeta:

¿Un comerciante en urnas y ataúdes?

¿Un sacerdote que no cree en nada?

¿Un general que duda de sí mismo?

¿Un vagabundo que se ríe de todo,

hasta de la vejez y de la muerte?

¿Un interlocutor de mal carácter?

¿Un bailarín al borde del abismo?

¿Un narciso que ama a todo el mundo?

¿Un bromista sangriento

deliberadamente miserable?

¿Un poeta que duerme en una silla?

¿Un alquimista de los tiempos modernos?

¿Un revolucionario de bolsillo?

¿Un pequeño burgués?

¿Un charlatán?

¿Un dios? ¿Un inocente?

¿Un aldeano de Santiago de Chile?

Subraye la frase que considere correcta.

Qué es la antipoesía:

¿Un temporal en una taza de té?

¿Una mancha de nieve en una roca?

¿Un azafate lleno de excrementos humanos

como lo cree el padre Salvatierra?

¿Un espejo que dice la verdad?

¿Un bofetón al rostro del Presidente

de la Sociedad de Escritores?

(Dios lo tenga en su santo reino) 

¿Una advertencia a los poetas jóvenes?

¿Un ataúd a chorro?

¿Un ataúd a fuerza centrífuga?

¿Un ataúd a gas de parafina?

¿Una capilla ardiente sin difunto?

Marque con una cruz

La definición que considere correcta.

La poesía terminó conmigo

Yo no digo que ponga fin a nada

No me hago ilusiones al respecto

Yo quería seguir poetizando

Pero se terminó la inspiración.

La poesía se ha portado bien

Yo me he portado horriblemente mal.

Qué gano con decir

Yo me he portado bien

La poesía se ha portado mal

Cuando saben que yo soy el culpable.

¡Está bien que me pase por imbécil!

La poesía se ha portado bien

Yo me he portado horriblemente mal

La poesía terminó conmigo.

Hay un día feliz

A recorrer me dediqué esta tarde las solitarias calles

de mi aldea, acompañado por el buen crepúsculo

Que es el único amigo que me queda.

Todo está como entonces, el otoño y su difusa lámpara

de niebla. Sólo que el tiempo lo ha invadido todo

Con su pálido manto de tristeza.

Nunca pensé, creédmelo, un instante, volver a ver esta querida tierra, pero ahora que he vuelto no comprendo

Cómo pude alejarme de su puerta.

Nada ha cambiado, ni sus casas blancas, ni sus viejos portones de madera. Todo está en su lugar;

las golondrinas en la torre más alta de la iglesia;

El caracol en el jardín, y el musgo en las húmedas

manos de las piedras. No se puede dudar, este es el reino

Del cielo azul y de las hojas secas en donde todo

y cada cosa tiene su singular y plácida leyenda:

Hasta en la propia sombra reconozco la mirada celeste

de mi abuela.

Estos fueron los hechos memorables que presenció

mi juventud primera, el correo en la esquina de la plaza

Y la humedad en las murallas viejas.

¡Buena cosa, Dios mío!; nunca sabe uno apreciar la dicha verdadera, cuando la imaginamos más lejana

Es justamente cuando está más cerca.

Ay de mí, ¡ay de mí!, algo me dice que la vida no es más

que una quimera; una ilusión, un sueño sin orillas,

Una pequeña nube pasajera.

Vamos por partes, no sé bien qué digo, la emoción

se me sube a la cabeza. Como ya era la hora del silencio

Cuando emprendí mi singular empresa,

Una tras otra, en oleaje mudo, al establo volvían las ovejas.

Las saludé personalmente a todas y cuando estuve

frente a la arboleda que alimenta el oído del viajero

Con su inefable música secreta

Recordé el mar y enumeré las hojas en homenaje

a mis hermanas muertas. Perfectamente bien.

Seguí mi viaje como quien de la vida nada espera.

Pasé frente a la rueda del molino,

Me detuve delante de una tienda:

El olor del café siempre es el mismo,

Siempre la misma luna en mi cabeza;

Entre el río de entonces y el de ahora

No distingo ninguna diferencia. Lo reconozco bien,

este es el árbol que mi padre plantó frente a la puerta

(Ilustre padre que en sus buenos tiempos

Fuera mejor que una ventana abierta).

Yo me atrevo a afirmar que su conducta. Era un trasunto

fiel de la Edad Media cuando el perro dormía dulcemente

Bajo el ángulo recto de una estrella. A estas alturas

siento que me envuelve el delicado olor de las violetas

Que mi amorosa madre cultivaba para curar la tos

y la tristeza. Cuánto tiempo ha pasado desde entonces

No podría decirlo con certeza; todo está igual,

seguramente, El vino y el ruiseñor encima de la mesa,

Mis hermanos menores a esta hora deben venir

de vuelta de la escuela:

¡Sólo que el tiempo lo ha borrado todo

Como una blanca tempestad de arena!

Para tus amigos: