1879, el primer libro de Echazú, se inserta en la corriente surrealista, aunque su escritura hecha de anotaciones, de apuntes, diáfana y ligera -verdadera acuarela verbal- se aparta de esa materialidad onÃrica, opaca y espesa que con frecuencia distingue a los poetas de ese movimiento:
En el mar, / hombres colmados de tristeza cargaban sus / fusiles en el cielo.
(4) Mujeres y niños, hombres y viejos / morÃan alegremente. / La fealdad los llenó de alegrÃa / ya madura la muerte.
(6) Sobre la miseria de su orgullo / edificaron el porvenir.
1879 oscila entre un pasado histórico más o menos reciente y un futuro utópico: sus modos verbales predominantes son -como en Huidobro, aunque con diferentes connotaciones- el imperfecto y el futuro. Mas, la visión retrospectiva de Echazú (a diferencia de la de Cerruto; cf. "Los dioses oriundos") nunca se remonta a un espacio mÃtico ya abolido, pero en cuya evocación vuelven a sentirse, agravados en el contraste: los desgarramientos y penurias de la historia. Por ello, en Echazú no hay nostalgia, sino esperanza, ilusión: Bolivia serÃa un paÃs por nacer y hacer: "Este paÃs-no paÃs / no libre / y tuyo como tu canto", dirá, dentro de una dimensión más concreta y comprometida, en "TrÃptico del hombre y la tierra".
Akirame es, en gran medida, un cántico -y, por momentos, un diálogo, una antÃfona- amatorio, pero desprovisto de esa sensualidad que caracteriza a los Cantares de Salomón y al Cántico espiritual de San Juan de la Cruz. En efecto, el cuerpo del amor, asà como el de la muerte (el cadáver, el esqueleto, tan visibles en Camargo y Jaime Sáenz), se hallan casi ausentes en Echazú; de ahà su lenguaje notablemente abstracto. Se trata, pues, de un erotismo sentimental, del corazón, de un diálogo de almas más que de cuerpos. Su cifra no es la pasión, sino la ternura; no el fuego abrasivo, sino la llama compasiva. El aceite moral que alimenta esa llama es la fortaleza:
-Esta es la sobriedad con que te quiero; / el valor / de la soledad. La insurrección del amor. / ¡Amar!, ¡amar!, ¡amar! en las altas cruzadas / de tu alma; sobre la altivez del corazón / dejando / su ropaje en los vestibularios del espÃritu / -Sobriedad y manera de ser- Oh perennidad de amor.
Akirame concluye en un fragmento magnÃfico: He aquÃ, amor mÃo, esta exhalación fecunda de hombre, sobre la broza de la muerte. -Y este es tu testimonio: ornado en grandes alabanzas de eternidad.
Si el amor alumbra un espacio libre de la omnipresencia de la muerte la poesÃa -exhalación fecunda, llama verbal, memoria amorosa- encenderá otro, en la página, contra el olvido, esa muestra invisible de la omnipotencia de la muerte.
Eduardo Mitre Canahuati. Oruro, 1943. Poeta y ensayista. Doctor en Literatura Latinoamericana.
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresÃa Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del dÃa en PDF descargable.
- FotografÃas en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.