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Domingo 03 de diciembre de 2017

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Revista Dominical

Hablemos de la neuroeducación:

¿Pueden los avances de la neurociencia ayudar en la educación?

03 dic 2017

Por: Grisel Aguilar - Psicopedagoga

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Empecemos por la pregunta: ¿pueden los avances de la neurociencia ayudar en la educación? El viaje al interior del cerebro no termina, parece obvio que el conocer cómo funciona nuestro cerebro y nuestras motivaciones a la hora de aprender proporcionarían una base sólida sobre la que desarrollar nuevos modelos educativos. Sin embargo, estamos todavía lejos de ese punto y queda mucho camino por recorrer.

La neuroeducación es una nueva forma de evaluar la educación desde el cerebro, con el objetivo de potencializar el aprendizaje y la memoria de los estudiantes y el cómo enseñar por el lado de los profesores. Pero se han instalado en ciertos ámbitos educativos una serie de neuromitos que hacen favor a este postulado denominado neuroeducación.

Citando a Francisco Mora en su libro La comprensión del cerebro: El nacimiento de una ciencia del aprendizaje "Muchas veces la naturaleza humana se conforma con -en incluso se deleita en- explicaciones rápidas, simples e inequívocas. Inevitablemente esto lleva a interpretaciones incorrectas, extrapolaciones cuestionables y, en términos generales, la génesis de ideas falsas".

Analizando el párrafo extraído podemos entender que existe un abismo entre lo que conocemos sobre el cerebro y la falta de aplicación en el aula, porque se aplican conceptos falsificados que no obedecen a la ciencia.

¿Quién no ha oído afirmaciones como que sólo utilizamos el 10% de nuestro cerebro, o que aprendemos mejor la información que nos llega por nuestro canal preferido (auditivo, visual o cinestésico)? Neuromitos que agotan la posibilidad de entrar a la neuroeducación. Mencionemos unos cuantos:

¿Utilizamos la totalidad del cerebro? El neuromito de la plasticidad es mayor en la niñez que en la adultez.

Si atendemos a que, por ejemplo, el 65% de la población en general cree que usamos sólo el 10% de nuestro cerebro De este modo, llegamos al neuromito que hoy abordaremos, observando que aproximadamente un tercio de los profesores creen que existen períodos críticos en los cuales deben ocurrir ciertos tipos de aprendizajes.

Si bien es cierto que los niños son especialmente sensibles a incorporar información en determinados momentos, esto no implica que no puedan hacerlo a lo largo de sus vidas. Nuestro cerebro posee la capacidad de cambiar, lo que se denomina "plasticidad neuronal" o "neuroplasticidad".

También se reveló que las neuronas pueden regenerarse a lo largo de la vida del ser humano, ya que el cerebro cuenta con aproximadamente cien mil millones de células nerviosas y la mayoría son plásticas. Esto significa que la neurogénesis también se ha convertido en un mito, porque la creencia es que esto sólo sucede en recién nacidos, cuando la investigación científica descubrió que nuevas neuronas pueden nacer incluso en la vida adulta en algunas regiones del cerebro, como, por ejemplo, en el hipocampo.

Uno de los estudios que contribuyó a este descubrimiento consistió en la comparación de diferentes escaneos cerebrales de tipo MRI estructurales realizado a choferes de taxi ingleses y a un grupo de control que no lo eran (Maguire et al, 2000). Este estudio muestra que el hipocampo posterior de los conductores era significativamente más grande que los del grupo de control y que había una correlación entre el volumen del hipocampo con la cantidad de tiempo que un chofer ejercía su profesión. Por ese y otros estudios, se concluyó que el hipocampo posterior almacena una representación espacial del ambiente y puede expandirse regionalmente para acomodar la elaboración de esta representación en gente con una alta dependencia de destrezas de navegación.

Sin duda alguna la primera infancia es una etapa crucial en el desarrollo vital pues muchas de las habilidades las adquirimos o aprendemos en esos primeros años. Estos aprendizajes serán reafirmados con la práctica, mientras crecemos y nos desarrollamos. Algunos otros aprendizajes serán logrados con el pasar de los años y se volverán más eficaces en la adolescencia y adultez respondiendo justamente a este proceso de maduración gradual del sistema nervioso y del cerebro.

¿Ciertos aprendizajes ocurren solo en periodos críticos? Y sino no ocurrirán nunca mas

Este mito se apoya en la evidencia de que la etapa que va desde 0 a los 3 años es un período sensible durante el cual ocurren la gran mayoría de los aprendizajes para que luego el desarrollo del cerebro se lentifique.

Esta idea genera ansiedad en los padres que la escuchan y, consecuentemente, se ven envueltos en una carrera contra reloj para proporcionar una gran cantidad de estimulación a los niños antes de que sus sinapsis se "detengan". Entonces, el vértigo los impulsa a comprar compulsivamente productos para "estimular" los cerebros.

Si bien la primera infancia es una etapa crucial en el desarrollo vital del aprendizaje, las habilidades se conseguirán con el paso de los años y se volverán más eficaces en la adolescencia y adultez respondiendo justamente a este proceso de maduración gradual del sistema nervioso y del cerebro.

El cerebro, 100 mil millones de neuronas, la neurona no solo recibe la información sino además lleva al cerebro es decir que tiene un constante cambio eso es la plasticidad, aprender y memorizar es cambiar el cerebro es aumentar neuronas nuevas en nuestro cerebro.

La realidad es que sí es certero el hecho de que hay etapas (principalmente durante los primeros años de vida) en las que somos más permeables a nuevos aprendizajes. Aun así, ni la investigación en desarrollo neurológico o las neurociencias apoyan la idea de que sólo la primera infancia pueda ser considerada como la única época especial de aprendizaje. Por el contrario, las investigaciones sugieren que el éxito de las intervenciones educativas dirigidas a mejorar el aprendizaje exige de la atención sobre las necesidades y características específicas de los niños, así como también del tipo de intervención.

Un ejemplo de esto son los períodos sensibles en cuanto a la adquisición del lenguaje, ya que este mito ha generado la creencia de que un idioma debe aprenderse durante la infancia. Sin embargo, la realidad indica que una persona adulta podrá aprender un nuevo idioma sin ningún obstáculo.

Si bien el término "período crítico" podría resultar un tanto exagerado, no está tan lejos de la realidad. No obstante, sería conveniente llamarlos períodos "sensibles o receptivos". El órgano cerebral se acomoda al medio a través de la neuroplasticidad que permite que aprenda (es decir, se creen nuevas redes neuronales y se fortalezcan o se debiliten las ya existentes) y se remodele con las experiencias que van ocurriendo durante toda la vida.

Además, se ha comprobado que los períodos sensitivos para el aprendizaje de habilidades cognitivas aún complejas siguen durante muchos años, como, por ejemplo, para aprender habilidades emocionales, sociales y morales (aunque en ciertas áreas no con la misma profundidad y/o facilidad).

Se ha descubierto que el cerebro humano sigue teniendo cierta plasticidad a lo largo de la vida, ya que la estructura y organización de las neuronas pueden cambiar físicamente, dependiendo de nuevas demandas del ambiente. Incluso en la edad adulta, el cerebro sigue adaptándose al entorno y transformándose para sobrevivir, algo que descarta la idea acerca de la pérdida de neuronas en la edad adulta.

ENTONCES, ¿QU? ACCIONES PODRÍAMOS TOMAR COMO EDUCADORES?

Creemos que una nueva profesión aquel del neuroeducador que debe compartir información con estudiantes de nivel secundario y comunidad educativa para alentar, desde el marco referencial de los estudios del cerebro, la posibilidad y beneficios de seguir aprendiendo:

Primer recordemos las instituciones educativas representan un ámbito de enorme influencia en el proceso de desarrollo cerebral ya que los y las estudiantes pasan un promedio de 14 años y miles de horas en un aula; segundo los factores o experiencias a las cuales están expuestos en el aula pueden estar armonizados o no con los sistemas naturales de aprendizaje y de memoria del cerebro, lo que va a reflejar directamente en el desarrollo del potencial cerebral. Y tercero el maestro es un agente significativo en la confluencia de la teoría y la práctica y por ello, su formación, capacitación y competencia para la innovación facilitarán la unión entre las neurociencias y la educación.

Lo más importante para un educador es entender a las Neurociencias como una forma de conocer de manera más amplia al cerebro -cómo es, cómo aprende, cómo procesa, registra, conserva y evoca una información, entre otras cosas- para que a partir de este conocimiento pueda mejorar las propuestas y experiencias de aprendizaje que se dan en el aula. Si los que lideran los sistemas educativos llegaran a comprender que los educadores, a través de su planificación de aula, de sus actitudes, de sus palabras y de sus emociones ejercen una enorme influencia en el desarrollo del cerebro de los alumnos y alumnas, y por ende en la forma en que aprenden, quedaría sin necesidad de justificar el por qué vincular los estudios de las neurociencias al contexto pedagógico.

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