Por la grandeza del desprendimiento

Cuando la ex Rusia de los zares empezó su largo tránsito a la Unión Soviética comunista, tuvo un entreverado proceso revolucionario que fue por demás traumático, y lleno sobre todo de un efecto muy especial cuando este tipo de situaciones se van dando.

Resulta que muchas veces las cosas no salen como estaban planeadas y ya sea que los intríngulis apuntan a un lado o al otro, en ambos bandos hay disconformes que a medida que van abandonando el proyecto, se convierten primero en disidentes y luego en acérrimos críticos a ese método o forma de transformación y por ende a los resultados que conllevan, lo que significa siempre un gran perjuicio para los aparatos propagandísticos.

Otro gravísimo incordio de los cambios políticos radicales siempre son los intelectuales, puesto que las personas tienen (según los revolucionarios) la pésima costumbre de creerles más a ellos que a los políticos, por lo que siempre son una piedra en el zapato que difícilmente dejan avanzar.

La más terrible de las dos fue la de Camboya, nación del sureste asiático, que en 1975 sucumbió a las feroces hordas del Khmer Rouge (Jemeres Rojos), las que al mando de un sanguinario Pol Pot quisieron eliminar de la faz de su tierra cualquier vestigio de historia y conciencia, para poder dar nacimiento a una nueva era con un nuevo ser humano, casi tan insignificante como el más pequeño de los insectos. Felizmente no pudo, y al cabo de cuatro años de atroz masacre su nación recuperó la cordura tras la intervención de Vietnam.

En cambio a los que no les fue tan bien, y tuvieron que atravesar por un episodio similar fue a los chinos, los que vivieron su "revolución cultural" durante 10 años desde 1966 hasta 1976. Esta purga política tuvo como propósito el retomar los caminos del comunismo ortodoxo, tratando de cercenar de raíz la más mínima muestra de capitalismo o aburguesamiento entre las filas del partido, los obreros, los militares o el pueblo mismo.

Las iniquidades cometidas y el caos generado a partir de semejante locura, en la que en muchos casos hasta saber leer era signo de subversión llegaron a tal nivel, que cuando el IX Congreso del Partido Comunista de China la terminó oficialmente, las personas que estaban a cargo de esta iniquidad fueron a juicio popular que terminó con sendas sentencias incluso de pena de muerte.

La mismísima viuda de Mao, Jiang Qing, y tres colaboradores Zhang Chunqiao, Yao Wenyuan y Wang Hongwen eran la cúpula de este proyecto y los autores intelectuales de la gran guadaña que desangró a la China. Por lo célebre de sus actos a estos personajes se los denominó "La banda de los cuatro", término que se hizo popular y que después de ciertos acontecimientos bochornosos hizo carne en Bolivia, para denominar con el mismo seudónimo a los miembros de la Corte Electoral de principios de la etapa neoliberal.

Resulta que a inicios de esta etapa democrática, la oferta de candidatos era enorme, la primera vez que se dispuso de una papeleta multicolor y multisigno como se denominaba, tenía 12 candidatos presidenciales, por lo que el voto popular quedaba terriblemente atomizado entre los electores. Quienes gozaban de la confianza popular difícilmente lograban cada uno más del 30% y al menos los primeros dos o tres estaban muy parejos entre ellos, por lo tanto la única forma de gobernar era pactando y repartiendo el poder ejecutivo y todos los demás que se puedan distribuir.

Uno de ellos era el �rgano Electoral, que tenía 4 vocales, los 4 serviciales a sus distintos partidos y capaces hacer y decir lo que les daba la gana o lo que les mandaban hacer sus jefes.

Los actos fueron tan bochornosos que cuando Jaime Paz Zamora asumió el poder después de la célebre frase de Oscar Eid del triple empate (algo digno de Kafka), su legalidad está en cuestión sin lugar a dudas, pero su legitimidad estaba definitivamente por el piso, y sabía que gobernar así le iba a ser mucho más que difícil.

Pero también a los políticos alguna vez se les puede iluminar el cerebro, y es posible que llegado el momento, quienes tienen en sus manos tomar decisiones, se animan por hacer lo correcto y que las cosas marchen como debe ser.

Algo de eso pasó el año 1991, cuando la situación era insostenible, la cúpula política compuesta por MIR, MNR, ADN, MBL y Condepa (que entró por la ventana), decidieron refundar a la Corte Electoral, y pusieron a la cabeza a cinco vocales compuestos por ciudadanos notables de la sociedad boliviana y a los que nadie podía cuestionar gracias a su intachable carrera profesional y vida social.

Alcira Espinoza, Huáscar Cajías, Jorge Lazarte, Iván Guzmán de Rojas y Rolando Costas Arduz fueron los primeros personajes que pudieron ponerle un alto a los abusos cometidos por los políticos en contra de la sociedad en su conjunto.

Pero ¿cuáles fueron los primeros efectos de haber seleccionado a este tipo de funcionarios para tan importantes cargos?, sencillamente las cosas funcionaron como deberían funcionar siempre, por lo menos durante 15 años. En su tercera designación a cargo de los congresos como suele pasar siempre en lo que se desgasta con el tiempo, las cosas ya no eran las mismas, y los políticos (aunque la mayoría ya no eran los mismos) buscaron los medios para intrigar y hacer conflictos entre los vocales y las cosas se fueron destrozando por sí mismas, pero lo que no se debe olvidar es que hubo un tiempo y un lugar, en el que todo funcionó como debía, porque todos se dieron cuenta que así debía ser.

Después de la explosión de la bomba que dejó caer el Tribunal Constitucional encima de las cabezas de los bolivianos creyentes de que todavía quedaba un resquicio de lógica y legalidad en nuestra patria, la mayor parte de los ciudadanos quedamos algo groguis y sin saber cómo reaccionar realmente.

La gran mayoría de nosotros acudimos inmediatamente al nuevo teatro de operaciones que tenemos todos en la mano, y se nos proyecta a través de la pantalla del celular. Las redes sociales recibieron con mucha tolerancia toda nuestra rabia, nuestra bronca, nuestro desahogo y en medio de frases, fotos, memes y una interminable cantidad de palabrotas de todo calibre hemos presentado creo que casi todos nuestra posición respecto a tan torpe atropello a la democracia.

Los que también lo hicieron y me parece con un mensaje esperanzador, fueron los líderes políticos del momento, los que aseguraron que buscarían la unidad para poder hacer frente al afán prorroguista del caudillo.

Cuando Evo Morales, micrófono en mano y pecho henchido de orgullo y soberbia les dice a todos ellos que les puede dar unos cursitos taller de cómo unirse para hacerle frente y ver si tienen alguna chance de derrotarlo, es como si Maradona le hubiera gritado el gol en la cara a Shiltion luego de la tan tristemente célebre mano de Dios.

Como en 1991, quienes están en el frente opositor, deben hacer hoy en día un sacrificio a sus intereses personales, pensar por alguna vez en la patria, buscar en la unidad la fortaleza de quienes todavía creen en la Ley y darles la oportunidad de gritarle en la cara al dictador que haga lo que quiera en su rancho pero no en el Palacio.

Momentos como el actual, requiere de grandes desprendimientos, no dejen sin esperanza al sector del pueblo que de por sí, ya está sumamente golpeado.

(*) Paceño, stronguista y liberal