Si se le diera su verdadero valor, un voto podrÃa cambiar el destino de una nación.
Cuando los resultados se deciden por simple mayorÃa, un voto puede representar el triunfo para un candidato o una opción. Si la norma establece porcentajes, la suma de votos orientados hacia cierta tendencia es la que determina los resultados.
Si un voto es la expresión de la voluntad de un ciudadano, la suma de todos los votos representa la o las decisiones de toda una sociedad.
Pero todo lo apuntado lÃneas arriba es válido para las sociedades ideales, aquellas utopÃas que, por ser tales, no existen.
En el resto del planeta, el primero en desconocer el valor del voto es el ciudadano. �l sabe de la convocatoria a elecciones pero, generalmente, decide cómo votar a último momento.
En una sociedad ideal, una utopÃa, el ciudadano deberÃa ponerse a pensar en su voto ni bien sale la convocatoria a elecciones. TendrÃa que conocer las opciones básicas (llámese propuestas), decidir y mantener esa decisión hasta el final, hasta el momento en que deposita su voto.
Será mejor ir a votar y, para compensar nuestro descuido, hacerlo conscientemente.
(*) Premio Nacional en Historia del Periodismo
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