La expresión cabotaje, netamente española, surge de la palabra "cabo" y luego se empleó en Derecho Marítimo como navegación "entre cabo y cabo, y que luego, por aplicación tradicional, vino a significar el transporte entre dos puntos de un Estado.
Puede definirse el cabotaje como el transporte aéreo de personas, mercancías y correo realizado mediante remuneración, siempre que el lugar de embarque y el de desembarque, estén situados en el territorio de un mismo Estado. Jurídicamente se puede calificar a esta actividad como una restricción a la libertad de comunicaciones y transporte, fundada en la soberanía de todo Estado para regular su propia aeronavegación y para reservar a sus nacionales el ejercicio de una actividad aeronáutica de tipo interno.
La situación actual se origina por el denominado Convenio de Chicago de 1944, en cuyo artículo 7 se expresa de una manera rotunda el derecho de cada Estado de negar a las aeronaves de los demás Estados contratantes el permiso de embarcar en su territorio pasajeros, mercancías y correo para transportarlos, mediante remuneración o alquiler, con destino a otro punto situado en su propio territorio. También aparece el compromiso de no conceder este privilegio a base de exclusividad a otro Estado ni a obtenerlo igualmente en exclusividad.
Ahora bien, lo que interesa al usuario en este actual contexto de incremento de oferta es la asequibilidad al transporte aéreo mediante tarifas reducidas.
Hoy en día se ofrece un nivel tarifario para las principales ciudades del país que es todavía inalcanzable para la economía de importantes estratos sociales. Se cobra, equiparando tarifas del exterior en tramos similares de distancia en millas náuticas, muy aproximado, como ejemplo a una tarifa de ida y vuelta entre Madrid/ Barcelona/ Madrid, o un ida entre Madrid y Barcelona, no contemplando que el ratio milla volada / costo, debería establecerse en función al ingreso per cápita de la población.
El Estado tiene soberanía plena para aprobar tarifas reducidas en el cabotaje; por ello que las tarifas están desfasadas a la realidad y no es paradójicamente causa para que el mercado de cabotaje no refleje incrementos significativos en su crecimiento, sin que ello infiera que el mercado no es interesante porque el mismo es amplio y suficiente para más líneas aéreas y para las líneas nacionales existentes: todo descansa en la comercialización y en el servicio y sin olvidar que Bolivia es un país eminentemente aeronáutico y faltan todavía puntos de la geografía nacional por cubrir con transporte aéreo y servicios de carga, que es un rubro muy rentable e ínfimamente aprovechado.
El lector y usuario del transporte aéreo se preguntarán la causa de este incremento del mercado de cabotaje (interno) y la respuesta es que el transporte terrestre acusa índices de ocupación de hasta 5 millones de pasajeros anuales aproximadamente, de los cuales un considerable porcentaje inician el salto cualitativo al avión, por el significativo ahorro de tiempo y dinero y la inmediatez en acometer los negocios. Una vez que este importante segmento económico que nutre anualmente al transporte aéreo interno ha iniciado sus viajes por avión, es irreversible su elección pues mantiene y prefiere el avión, aunque sus orígenes de inicio de negocios fue el transporte terrestre. Este argumento es independiente al crecimiento vegetativo anual que acusa el transporte aéreo interno o de cabotaje.
Las líneas aéreas nacionales que se disputan el mercado interno, antes de ingresar en pugnas por supuesta desleal competencia deberían reducir las tarifas entre un 20 y 30 %, no solamente para captar eventualmente más tráfico, sino para consolidar y captar definitivamente un interesantísimo segmento de mercado que es el transporte terrestre y que registra un constante incremento en la ocupación y proliferación de nuevas empresas; la causa radica en la gran diferencia de precio entre un transporte y el otro, y porque las líneas aéreas no realizan esfuerzos de mercadeo para aproximarse a esta brecha tarifaria. Se trata sólo de aproximarse prudentemente hacia lo que necesita el usuario del transporte terrestre para acelerar la decisión de cambio, analizada la rapidez del transporte aéreo, el ahorro fundamental de tiempo y la comodidad de realizar negocios en otra geografía casi inmediatamente.
Lo planteado constituye sin duda uno de los estratos de mercado que las líneas aéreas nacionales deben considerar seriamente para incrementar su ocupación, pero ante esa realidad de supervivencia futura, se debe lucrar menos para obtener un balance final positivo en función al incremento del segmento de población que utiliza el transporte aéreo.
Por todo lo expuesto, dentro del cabotaje aéreo en Bolivia hay capacidad de mercado para más líneas aéreas, lo importante es que estas líneas aéreas conozcan la composición del mercado, establezcan un mercadeo agresivo y mutante, no estático, para captar la atención de los usuarios y principalmente del potencial implícito. Hay que considerar fundamental y seriamente que una línea aérea tarda en consolidar su mercado entre tres y cinco años después de iniciadas sus operaciones, con un trabajo indeclinable en el seguimiento de oportunidades de mercado.
En este momento no se puede afirmar que no existe mercado para más líneas aéreas y que existen aerolíneas que recién o hace pocos años han iniciado operaciones y acusan índices de ocupación realmente considerables que garantizan su rentabilidad, justamente por los argumentos precitados.
(*) Es abogado corporativo, posgrados en Derecho Aeronáutico, Interculturalidad y Educación Superior, Arbitraje y Conciliación, doctor honoris causa, escritor.
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