Loading...
Invitado


Domingo 19 de noviembre de 2017

Portada Principal
Revista Dominical

30 de octubre de 1938: Pánico en los EE.UU.

La Guerra de los Mundos

19 nov 2017

Por: Néstor Suxo Chigne - Docente Universitario

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Aquel día ha sido un día histórico para la radio, cuando Orson Welles, de 23 años, a través de una emisión radial, la Columbia Broadcasting System (CBS), provoca pánico a más de 12 millones de personas que escuchaban aquella transmisión, "La guerra de los mundos", convencidas que Estados Unidos estaba siendo atacado por alienígenas, los marcianos.

¿QU� OCURRI�?

Welles, dirigía programas semanales basados en dramatizaciones literarias, y para aquel día se anunciaba la emisión de la "Guerra de los Mundos", una adaptación de la novela de ficción "La guerra de los mundos" del escritor británico H. G. Wells.

Al principiar la emisión radial de aquel día, Welles informaba a la audiencia que la historia a ser difundida pertenece al género de ficción. Sin embargo, a pesar de tal anuncio, esa audiencia creía de la invasión de los extraterrestres en distintas ciudades de los EE.UU.

Arranca el programa radial, se escucha a una orquesta interpretando los acordes del tango "La Comparsita", de pronto se interrumpe para dar paso, desde el lugar de los hechos, al siguiente boletín informativo: "Dios mío, algo sale deslizándose de entre las sombras igual que una serpiente.

Hay otro, y otro y otro más� Es tan repugnante� Tiene los ojos negros y brillantes como una serpiente. La boca tiene forma de V y de esta abertura sin labios que parece vibrar brota un líquido semejante a la saliva...". "Semejante a la saliva�" y la señal se cortaba abruptamente, despertando en la audiencia inusitado suspenso. Luego, nuevamente se oían aquellas melodías, otros anuncios, despachos seguidos de silencios y boletines de última hora.

Las personas estaban enchufadas al mensaje radiofónico. El rumor crecía, se llamaban entre familiares, amigos, enamorados o vecinos, para saber si era verdad de todo cuanto se decía en la radio; imitaban a personajes públicos, para que el relato adquiera realidad, como por ejemplo, del profesor Farrel (científico del observatorio Mount Jenning); del profesor Morse de la Universidad de McGill (informando de las explosiones del planeta Marte); del presidente de los EE.UU. (advirtiendo al pueblo americano contra los peligros del pánico); del profesor Pierson; del periodista Carl Philips (que muere a causa de los gases en la azotea de la CBS); o del general Montgomery Smith (comandante militar imponiendo la ley marcial); del Capitán Lansing (adscripto al comando militar del estado); del secretario del Interior que comunicaba de las condiciones del estado de guerra en distintos distritos: "Ciudadanos de la Nación� éste formidable enemigo se encuentra aún confinado a un área relativamente pequeña y podemos tener confianza en las fuerzas militares� Mientras tanto, manteniendo nuestra Fe en Dios, debemos (tener) una nación unida, valiente y dedicada a preservar la supremacía del hombre en la Tierra. Gracias".

La magia de la radio había surtido su efecto en la audiencia: "Di crédito al guion apenas oí al profesor de Princeton y a los personajes oficiales de Washington".

En los estudios de la CBS, un reducido equipo de actores del teatro Mercury, pero con un arsenal técnico y manejo de los efectos de sonido, y de la mano de Welles, había desatado la histeria en la audiencia, pues tal fue el realismo de la emisión radial que causó, entre otros, un saldo de no pocos abortos y accidentes entre quienes huían por las calles repletas de movilidades. Era como si se tratase de una crónica periodística. Años después, Welles decía: "Hicimos en el programa exactamente lo que habría sucedido, si el mundo hubiera sido invadido". El programa duró casi 59 minutos, tiempo suficiente como para evidenciar la magia de la radio, mejor dicho, la de una comunicación persuasiva: ¡Cómo se hacía Radio!

LA EDAD DORADA

Este efecto radial en la audiencia, a la que Freud llamaría histeria colectiva, es una muestra del poder de la radio, pues las primeras investigaciones de la Mass Communication Research establecen que el auge de la radio se da precisamente entre los años 30 y 40. Pese a la Gran Depresión económica en la que estaba sumida la familia norteamericana, desde el crack de 1929, la radio cumplía sagradamente sus funciones como la de informar; alegrar mediante sus programas cómicos para reanimar sus espíritus caídos hasta la de emitir "noticias dramáticas que les distraían de sus problemas personales". La cantidad de receptores se duplicaba cada cinco años; de ahí que a fines de la década del 30 "existía un promedio de poco más de un receptor por cada hogar de los Estados Unidos". Esto quería decir que la radio se había sofisticado y su técnica era excelente, "se podía captar emisiones directas y retransmitirlas a los oyentes en cualquier parte del mundo".

En esa edad, tener a Lasswell, considerado el padre de la radio; a Chappell, un estudioso de la medición de audiencia o a Lazarsfeld, un investigador de la audiencia radial, es asistir constitutivamente al inicio de la investigación de la comunicación de masas, en la que el análisis de audiencia -de la propaganda política y la publicidad- era el quid de abordaje investigativo. Así se tiene por ejemplo a Cantril que, a propósito de "La guerra de los mundos", analiza la morfología de aquella audiencia.

"Tengo tanta fe en la radio"

Es un testimonio de aquella jornada radial vivida. O, como diríamos hoy: "ha dicho la televisión". Testimonio que, según Cantril, corresponde a una audiencia pasiva que no ha intentado comprobar la emisión radiofónica en otros medios ni de lo que pasaba en su entorno, como el de buscar algún indicio de marcianos o gente que escapaba de su vecindad. Era una audiencia aterrorizada por la emisión radial, razón por la que se decía: "Estábamos tan absortos escuchando que ni se nos ocurrió probar otras estaciones� estábamos tan asustados�".

De los centenares de relatos registrados después de aquel día, leamos el siguiente: "Supe que se trataba de algo terrible� Siempre he oído que cuando termine el mundo, ello ocurrirá con tanta rapidez que nadie se enterará� Cuando nos dijeron qué carretera había que tomar y que nos marchásemos a las montañas, y los niños empezaron a llorar, la familia decidió marcharse. Tomamos mantas y mi nieta quería llevarse el gato y el canario. Estábamos delante del garaje cuando vino el chico del vecino y nos dijo que era una obra de teatro".

Sin duda, aquella situación creada por la emisión radial ha sido una de las muestras de cómo reacciona la gente, se dice que habían personas rezando, llorando o huyendo para no morir a manos de los alienígenas. Así, al día siguiente, The New York Times, que había recibido más de 800 llamadas de gente asustada, señalaba: "En Nueva Jersey, el lugar donde aterrizaron los marcianos, veinte familias abandonaron sus hogares con pañuelos en la cara. Centenares de personas abarrotaron las estaciones de ferrocarril y autobús en Nueva York. En Harlem, la gente se aglomeró en las iglesias y una mujer llamó a una estación terminal gritando: "¡Deprisa, por favor! ¡Está llegando el fin del mundo!" El pánico se había apoderado de los crédulos.

En esta clasificación de audiencia se menciona además a la que (i) comprueba la "naturaleza de la emisión"; a la que (ii) compara la emisión con otras informaciones y advierte que se trataba de un guion radiofónico y a la que (iii) trata de "comprobar el programa", pero que, por diversos motivos, sigue "creyendo que la emisión era un auténtico boletín de noticas".

Cuatro tipos de clasificación que, en el fondo del fondo, da cuenta de una audiencia pasiva, puesto que los distintos actos de comprobación sean con otros programas radiales ("De pronto, el locutor fue gaseado y la emisora enmudeció, de modo que buscamos otra emisora pero no encontramos nada") o con otros periódicos (miré en el periódico qué programa estaban dando y descubrí que sólo se trataba de una obra de teatro") o con vecinos, familiares ("Miramos por la ventana y Wyoming Avenue estaba negra de coches. Pensé que la gente estaba huyendo") o el acudir a los teléfonos de emergencia y estaciones de policía, evidencian una audiencia que ha creído en menor o mayor escala la guerra de los mundos.

Y para terminar, esta experiencia radial -y otras- analizada por la mass communication research sustenta, por ejemplo, a las teorías de la bala mágica, del impacto colectivo o de la aguja hipodérmica que explican que es posible crear y lograr en la audiencia los efectos deseados; son teorías que se co-implican con los criterios de la masa (receptor) que recibe los mensajes de los medios de modo uniforme y espera también reacciones semejantes, argumentos esgrimidos por la psicología behaviorista. Por lo que, hoy: ¿Habremos superado esta teoría? ¿Cuál es la diferencia entre aquella audiencia de 1938 y la de ahora? ¿Cuánto de lo que dice la publicidad y la propaganda es creída por la audiencia? ¿Qué marca de celular es la mejor? ¿Qué gaseosa abre las puertas de la globalización?

Para tus amigos: