Domingo 19 de noviembre de 2017
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Es necesario tomar posición ante las elecciones judiciales del 3 de diciembre de 2017, las segundas de nuestra historia realizadas para este tema y con esta modalidad. Esa posición debe emanar de dos razones.
La primera, es la forma y el fondo del proceso electoral como tal. La experiencia de 2011 demostró que es un sin sentido pretender que los ciudadanos podamos emitir un voto consciente, informado y útil para la conformación del Ã?rgano Judicial del paÃs. El principio teóricamente ideal de darle al pueblo la decisión de elegir directamente a sus autoridades judiciales, se enfrenta a la dura realidad. Hablamos de funcionarios de alta especialización, que deben estar al margen de la polÃtica y que no tienen como objetivo la presentación de programas de acción para ocupar sus cargos, sino, por el contrario, ser profesionales de excelencia con condiciones de experiencia e idoneidad que garantice una adecuada administración de justicia y su buen funcionamiento en cada uno de sus cargos. Con estas caracterÃsticas en juego, es simplemente imposible que los votantes podamos formarnos una idea siquiera somera de sus capacidades por la vÃa de una breve "campaña" de conocimiento a través de los medios, peor aún si de lo que se trata es de ¡elegir nada menos que a cincuenta y dos personas entre titulares y suplentes de cuatro instituciones del Ã?rgano Judicial!
En este laberinto, no me cabe la menor duda de que la mayor parte de los votantes no sabrá qué vota el dÃa de la elección, no sabrá, por ejemplo, que una papeleta, la del Tribunal de Justicia y del Tribunal Constitucional, es de circunscripción departamental con ocho candidatos, cuatro por cada tribunal, tampoco sabrá que la otra papeleta es de circunscripción nacional con catorce candidatos por el Tribunal Agro Ambiental y diez por el Consejo de la Magistratura. Cada votante tendrá que elegir nada menos que ¡de entre treinta y dos candidatos y votar por uno de ellos en cada uno de los cuatro campos, de las dos papeletas, destinados a cada institución! Un rompecabezas harto incomprensible.
El 2011 con votaciones exiguas -entre 5% y 20% por cada candidato- con sólo un 40% de votos válidos y 60% de votos nulos y blancos, se posesionó a las cabezas del �rgano Judicial. Seis años después, hay unanimidad (que incluye al Presidente y al Vicepresidente) en que ha sido probablemente el peor periodo de la justicia en toda nuestra historia, por corrupción, ineptitud y sometimiento al Poder Ejecutivo.
La segunda razón tiene que ver con la decisión explÃcita del gobierno, a través de sus dos tercios en la Asamblea, de imponer una preselección de candidatos sin escuchar las observaciones y pedidos de la oposición. Una preselección que repitió, a pesar del celofán de calificaciones y exámenes, los mismos vicios del 2011 con el objetivo de mantener a los candidatos bajo control de las autoridades de gobierno.