Si me llegan a preguntar cuál es la mejor pelÃcula boliviana de todos los tiempos, no dudarÃa ni un segundo en afirmar que Chuquiago es de lejos la obra maestra de la cinematografÃa nacional. Claro que este es un criterio estrictamente personal, seguramente muchos diferirán a mis gustos.
La cinta de Antonio Eguino encadena cuatro historias hábilmente desencontradas la una de la otra y presenta, creo yo, con una claridad asombrosa a la sociedad paceña de finales de los años setenta.
La narrativa es fresca y hace que los vericuetos de Johnny lo tengan a uno con la emoción a flor de piel, con detalles tan interesantes como cuando desea aclarar su tez con un poco de crema nÃvea en un envase de cinta para máquina de escribir o lo divertido que es verlo colgado de la puerta de un micro 2 subiendo una empinada calle villera de aquellos tiempos.
Pero la parte que más disfruto y con la que más me identifico porque corresponde justamente a mi estrato social, es la de Carloncho. Un empleado público de clase media, abnegado padre, dedicado esposo, tÃpico trabajador de oficina del estado e insuperable amigo. Interpretado magistralmente por un joven David Santalla, quien en compañÃa de grandes actores de aquellos tiempos como Tino Lozada, Rafo Mory, Raúl Ruiz y Tito Landa entre otros, protagonizan la parte más divertida y dinámica de todo el filme, pese a que contradictoriamente, está basada en su muerte y que culmina justamente con su entierro.
Muchos temas se tocan en esta lÃnea, como la familia de clase media, con más apuros económicos que alivios, los entretelones del trabajo estatal, la corrupción con los "aceleradores" de trámites, lo difÃcil que era la comunicación con los indÃgenas en busca de asistencia y hasta la relación obrero patronal. Pero su tema central es el "viernes de soltero", institución paceñÃsima que hoy por hoy se encuentra en vÃas de extinción pero que Eguino retrata a la perfección en tres simples ambientes y un guion maravilloso.
La reunión con los colegas de trabajo en el viejo restaurant Oruro de la calle Ingavi que ya no existe más, muestra con una claridad extraordinaria cómo los paceños de antes disfrutaban de una noche exclusivamente para hombres entre cervezas (aún en botellas verdes) y San Pedros, risas y guitarreadas, alegrÃas y tormentos y que siempre terminaban en el yo te quiero, yo te estimo.
En definitiva, es un juego en el que reina la diversión y que puede garantizar el inicio de una noche inolvidable como me ha pasado en infinidad de oportunidades.
Muchas veces el juego se pinta apretado, puede suceder que el último tiro lo defina todo, pero en otras oportunidades, a una de las partes le va tan mal en sus tiros que al quedarse ya sin opciones de ganar, la sentencia del cantor es fatal, "solo sirve la dormida". Esto significa que a quien le toca tirar los dados, ya no suma, ya no hace figuras y sólo carga los cinco dados en el cubilete, sopla y espera que la diosa fortuna le regale un ronda de donde los todos los cubos marquen la misma cifra, algo que generalmente por lógica no sucede y ve en la sonrisa de su rival el mejor reflejo de su infortunio.
Es pues ya jugar a lo loco, con torpeza, sin cabeza, apostando a que algo mágico pase sabiendo que no pasará. Es como querer estudiar todo lo avanzado en el año, la noche antes del examen o mandar al arquero a cabecear el córner del último minuto del partido, es en resumen, la medida desesperada que lo acepta todo y en la que todo vale.
Según el último censo del año 2012 (del cual hasta la fecha increÃblemente no hay un documento final), el municipio de Tarija cuenta con una población de 135.784 habitantes, entre todos ellos, existen 60 enfermos renales, para los que apenas hay 6 máquinas de hemodiálisis.
Si el Gobierno tendrÃa la cabeza en su lugar, con toda la plata que se han farreado estos 12 años al estilo de los amigos de Carloncho, no habrÃa en todo el paÃs, un solo enfermo renal, o de cáncer o de cualquier otro mal terminal sin la debida atención con los últimos medios a su alcance y con calidad de vida sobre todo, pero como muchos usan su cabeza para enseñarnos que el precio de la gasolina se explica con hamburguesas, nos va como nos va.
Como están las cosas, a un gobierno como el actual, parece que ni la dormida lo va a salvar.
(*) Paceño, stronguista y liberal
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