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Sábado 11 de noviembre de 2017

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MASCOTAS

Castigar o premiar al perro: Cómo hacerlo sin equivocarse

11 nov 2017

Fuente: consumer.es

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La educación del perro debe basarse en los refuerzos positivos. Es decir, frente a una actuación correcta del animal, se le premia de manera verbal y con caricias. De esta manera, el perro entenderá qué es lo que se espera de él y repetirá la conducta adecuada.

Para premiar el comportamiento del perro, se puede tener a mano algún alimento específico, como unas galletitas caninas, y ofrecérselas cuando haga lo que se espera de él. Si se opta por la galletita, hay que acompañarla con elogios y caricias. Eso sí, hay que tener cuidado con el picoteo entre horas, porque su exceso puede desequilibrar la dieta.

Los refuerzos positivos deben ofrecerse siempre tras una acción correcta del perro. Es la forma de conseguir que el animal no deje de repetir el comportamiento que ha aprendido.

Un perro tiene mayor capacidad para aprender en los primeros meses de vida. Cuanto mayor sea, más complicado será manejarle y hacerle acatar las normas básicas de convivencia. Hay que intentar comprender cómo piensa el perro. ?l no entiende de reglas y de normas. No sabe qué son, ni para qué sirven. Por ello, resulta complicado que las acepte.

El aprendizaje dura toda la vida, así que hay que recordarle lo que ha aprendido y reforzarle con premios cuando acata las normas correctamente, el dueño cumple un papel fundamental en la educación. Desde el principio hay que dejar claro quién manda, con seguridad, constancia y paciencia.

Un aspecto importante para que el perro esté bien educado y no se planteen problemas de convivencia es dejar claro que el animal ocupa el último lugar en la jerarquía familiar. Si hay niños en casa, los mayores deben supervisar sus acciones con el perro.

El castigo físico nunca se debe usar, porque se crea en el animal miedo e inseguridad. Los regaños no deben ir acompañados de violencia y deben producirse lo menos posible. Hay que reñir al perro de pie, como forma de reforzar la posición jerárquica superior de los dueños.

La reprimenda debe ser breve y, una vez que se ha hecho, no hay que insistir más. Los castigos nunca se aplican cuando no se consigue lo que se espera del animal, sino justo en el momento en que actúa de manera incorrecta. La educación del perro tiene que comenzar cuando es un cachorro y debe ser constante y coherente.

Fuente: consumer.es
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