Jueves 09 de noviembre de 2017
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La fe y devoción a la Virgen del Socavón quedaron como muestra incólume de la manera en que los orureños iniciamos el andar peregrino hasta los pies de la madre de Jesús, patrona de los trabajadores mineros.
El domingo pasado, la estrategia vernacular de los miles de danzarines, ratificaron la declaratoria del Carnaval como una Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, rechazando cualquier indicio que pudiera ensombrecer una fiesta religiosa, ya que no faltaron, según pude observar, gente determinada a embriagar a los bailarines ofreciéndoles, cual si fuera una orden, tomar whisky con el fin de que su llegada al Santuario sea en lamentable estado personal.
Esa postura es propia de aquellas personas, o si se quiere, elementos que siguen la consigna de hacer perder el alcance, la significación e importancia que tiene el Carnaval de Oruro, tratando, con esa actitud, hacer prevalecer lo que ocurre en otras partes del paÃs, donde se vanaglorian de algo que es un simple remedo de lo que acontece en la capital folklórica al burlarse de los bailes intrÃnsecos que son propios de los orureños.
