Germán Mazuelo-Leytón

Este primer domingo de noviembre de 2017, los conjuntos folklóricos de Oruro han verificado lo que en las costumbres del estamento folklórico se vino en llamar «Primer Convite», es decir el primer ensayo de los integrantes de los conjuntos folklóricos que participan en el Carnaval de Oruro, originado a partir de la devoción a Santa María de la Candelaria del Socavón, preparación que se extenderá hasta el Sábado de Carnaval 2018.

Quienes participan de los grupos mencionados han «peregrinado bailando» al Santuario Diocesano de Nuestra Señora del Socavón a fin de prometer a la Madre de Dios ese recorrido por lo menos durante tres años.

El Diccionario de la lengua española, define la palabra devoción como «amor, veneración y fervor religiosos; costumbre devota, y, en general, costumbre buena», también se entiende por devoción «la disposición de la voluntad para cumplir con prontitud lo propio de una relación. Por ejemplo, un hombre devoto a su esposa. La devoción expresa la alianza de amor: afecto, cuidado, atención».

Santo Tomás de Aquino, el máximo teólogo católico de todos los tiempos enseña que: «la palabra devoción proviene de la forma verbal devovere (sacrificar); de ahí el que se llame devotos a quienes de alguna manera se ofrecen en sacrificio a Dios para estar del todo sometidos a �l. Por esa razón también, en otros tiempos, los gentiles llamaban devotos a quienes en honor de los ídolos se entregaban a la muerte para la salvación del propio ejército, como narra acerca de los dos decios Tito Livio. Según esto, la devoción, al parecer, no es otra cosa que una voluntad propia de entregarse a todo lo que pertenece al servicio de Dios. A este propósito se nos dice en Ex 35, 20-21 que la multitud de los hijos de Israel ofreció muy pronta y devotamente las primicias al Señor. Pero es evidente que la voluntad de hacer con prontitud lo que pertenece al servicio de Dios es un acto especial. Luego la devoción es acto especial de la voluntad».

Lastimosamente la pureza devocional de la Peregrinación del Sábado de Carnaval, ha ido sufriendo en estos últimos años un deterioro, un bajón. Malogramiento que tiene que ver sin lugar a dudas con la pérdida del sentido de pecado según lo advertía ya el Papa Pío XII. La primigenia devoción mariana del Carnaval de Oruro ha ido trocándose en impiedad.

En efecto, el deterioro tiene muchas vertientes:

1) las veladas, es decir, las reuniones previas a la Peregrinación han tenido siempre un marcado acento católico-mariano, que incluía el rezo devoto del Santo Rosario, y el ágape, con bebidas calientes sin alcohol, actualmente las veladas en muchos casos se reducen a otro tipo de encuentros con abundancia de bebidas alcohólicas, shows, «mariachis», etc.

2) Se ha iniciado este primer domingo de noviembre el calendario de ensayos, pero lamentablemente tres sábados antes, varios conjuntos, ya hicieron recorridos nocturnos, bloqueando arterias, contaminando acústicamente la noche sabatina y por supuesto sin que falte el consumo de bebidas alcohólicas. Es un absurdo la explicación que dan quienes promueven la libación alcohólica, en el sentido en que ésta ayuda a la resistencia. Es como decir que los maratonistas, nadadores, ciclistas, etc. necesitan beber alcohol para fortalecer su resistencia física.

Así, año tras año, el «carnaval» se hace más largo, hasta el hartazgo, y mientras los fabricantes de bebidas alcohólicas, importadores, comerciantes y otros, lucran jugosamente a costa de la Señora del Socavón, quienes tienen la responsabilidad de enderezar la ya torcida devoción, miran al otro lado. ¿Será que el lucro también ha invadido en el templo santo de Dios?

3) Al inicio de esta temporada previa a la Peregrinación del Carnaval 2018, no se han tomado las medidas religiosas respectivas, hay un descuido pastoral en la preparación de los peregrinos para hacer la promesa religiosa de bailar tres años, hay una ausencia del clero en el acompañamiento a los grupos en las veladas. Si los sacerdotes no están para evangelizar al pueblo de Dios, ¿Para qué están? Muchos de los fieles incumplen sus deberes cristianos por falta de guías que los conduzcan por el camino de la verdadera devoción a María y a Dios, ahí tenemos como resultado el apabullante sincretismo que paralelamente se va verificando.

Se cuidan las coreografías, los trajes, se cuidan todos los detalles de comida y bebida, pero unos y otros no cuidan la raíz del Carnaval de Oruro, aunque se llenen la boca de miel para hablar de la Virgen. Dicho sea de paso es una blasfemia invocar a la Santísima Virgen con expresiones vulgares.

Durante la temporada del Carnaval 2017, el Santuario del Socavón ha mostrado fotografías de personas que lo utilizan como dormitorio y hasta como mingitorio, motivo de sobra para que la autoridad eclesiástica hubiera sancionado con el cierre de la Casa de Dios hasta que se corrijan semejantes atropellos, no de todos quienes acuden al Santuario por cierto, sino de aquellos que olvidando la sacralidad del mismo lo ultrajan ofendiendo a la Purísima María.

El Primer Convite ha terminado muy tarde, ha tenido que intervenir la Policía disparando gases lacrimógenos en la Plaza Central, dos pandillas hicieron de las suyas en el centro de la ciudad, quienes consumen bebidas alcohólicas sin control, menores de edad y adultos, han hecho una vez más de nuestras calles un asqueroso mingitorio, con una pérdida total de pudor, de sensatez y respeto. Si eso no es impiedad, ¿Qué es?

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