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Domingo 05 de noviembre de 2017

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Cultural El Duende

Anne Sexton

05 nov 2017

Anne Sexton (Anne Gray Harvey). Escritora norteamericana, 1928-1974. Premio Pulitzer de Poesía, 1967. Entre otros, ha publicado: Para Bedlam y Part Way, 1960. La noche estrellada, 1961. Todas mis bonitas, 1962. Vivir o morir, 1966. Poemas de amor, 1969. Calle Mercy, 1969. Transformaciones, 1971. El libro de la locura, 1972. Joey y el regalo de cumpleaños, 1974. Los cuadernos de la muerte, 1974. Póstumos: El horrible remo hacia Dios, 1975. Calle Mercy 45, 1976. Anne Sexton: Un autorretrato en palabras, 1977. Las lágrimas del mago, 1978. Palabras para el Dr. Y, 1978. Poesía completa, 1981. Ninguna estrella malvada, 1985.

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Rezando en un boing 707

 

Madre,

cada vez que le hablo a Dios

tú te entrometes.

Sales con tus bla bla blas en bloque,

otra vez con el asunto de las cartas.

Si escribo un poema

tú das un reporte contable.

Si hago el amor

me das las frases más graciosas.

Señora Sarcasmo,

¿por qué no te queda ningún hijo?

Ellos

se aguantan sus reverencias.

Ellos se agachan con tu estilo.

Ellos se estrechan las manos

-cómo-estás-tú

en esa misma forma inimitable.

Ellos se saltan

la sopa con perejil

como tú nunca pudiste.

Ellos llevan

a sus hijos en sus brazos

como tazas de chocolate caliente

como tú nunca pudiste

y todavía, todavía

con tu sonrisa, con tu hoyuelo,

te imitábamos

te imitábamos a lo lejos�

el gran pino del verano,

la playa que te bañó de aceite,

el jardín hecho de narices,

la luna atada sobre el mar,

los grandes perros de

sangre calienteÂ?

la muñeca que me diste,

Mary Gray,

o que tu madre me dio

o que me dio la criada.

Quizás fue ella.

Ella tenía un alma,

y era italiana.

Madre,

cada vez que le hablo a Dios

tú te entrometes.

Arriba en el avión,

bajo las nubes tan pequeñas

como cachorros,

el fuego postrado en el sol,

hablé con Dios y le pedí

platicarle mis fracasos

y mis éxitos,

le pedí que me hiciera

un juicio moral

como lo hace.

Ã?l dice

no has hecho,

no has hecho.

Madre, tú y Dios

flotan

con el mismo vientre

arriba.

Dijo el poeta al analista

Mi negocio son las palabras.

Las palabras son como etiquetas,

o monedas, o mejor:

como un enjambre de abejas.

Yo confieso que solo me quiebra

la fuente de las cosas;

como si las palabras se contaran

como abejas muertas en el ático,

desabrochadas de sus ojos amarillos

y sus alas secas.

Debo siempre olvidar que la palabra

de uno es capaz de escoger

a otra, y de otra forma, hasta que tengo

algo que pude haber dichoÂ?

pero que no lo hice.

Su negocio es vigilar mis palabras.

Pero no admito nada.

Hago lo mejor que puedo, por ejemplo,

cuando puedo escribirle elogios

a una máquina tragamonedas,

esa noche en Nevada: diciendo

cómo la mágica bolsa acumulada

fue tocando tres campanadas

sobre esa pantalla con suerte.

Pero si debiera decir que esto es algo que no es,

entonces me debilito, y recuerdo

cómo mis manos se sintieron graciosas

y ridículas y llenas de todo el crédulo dinero.

Divorcio

He matado nuestra vida juntos,

he cortado cada cabeza,

con sus tristes ojos azules

atrapados en una pelota de playa,

rodando por separado afuera del garaje.

He matado todas las cosas buenas

pero son demasiado tercas. Se cuelgan.

Las pequeñas palabras de tu compañía

se han arrastrado hasta su tumba,

el hilo de la compasión,

como una frambuesa querida,

los cuerpos entrelazados

cargando a nuestras dos hijas,

tu recuerdo vistiéndose temprano,

toda la ropa limpia, separada y doblada,

tú sentándote en el borde de la cama

lustrando tus zapatos con un limpiabotas,

y yo te amaba entonces,

eras tan sabio desde la ducha,

y te amé tantas otras veces

y he estado por meses,

tratando de ahogarlo, presionando,

para mantener su gigantesca lengua roja

por debajo, como un pez.

Pero a donde quiera yo vaya

están todos en llamas, el róbalo, el pez dorado,

sus ojos amurallados flotando

ardiendo entre plancton y algas marinas

como tantos otros soles azotando las olas,

y mi amor se queda amargamente brillando,

como un espasmo que se niega dormir,

y estoy indefensa y sedienta

y necesito una sombra

pero no hay nadie para cubrirme

ni siquiera Dios.

Descalza

Amarme sin mis zapatos

significa amar mis largas

y bronceadas piernas

doradas, buenas como cucharas;

y mis pies, esos dos niños

que salían a jugar desnudos.

Intrincados nudos,

mis dedos. No están más juntos

Mejor aún, ver las uñas de mis dedos

todos los diez pasos, raíz por raíz.

Todos vivaces y salvajes,

este cerdito

fue al mercado y este cerdito

se quedó. Mis largas

y bronceadas piernas como

mis dedos largos y bronceados.

Más arriba, mi amor, la mujer

está invocando sus secretos,

pequeñas casas,

pequeñas lenguas que te hablan.

No hay nadie más que nosotros

en este fragmento peninsular.

El mar usa

una campana en su ombligo

Y yo soy tu criada descalza toda

la semana.

¿Quieres salami?

No. ¿Prefieres un wiski?

No. Tú en realidad no tomas.

Mejor me tomas

a mí. Las gaviotas devoran peces,

que lloran como niños asustados.

El oleaje narcótico, reclama

Yo soy, yo soy, yo soy

toda la noche. Descalza,

subo y bajo por tu espalda.

En la mañana

corro recámara a recámara

de la cabaña que juega a la persecución.

Ahora me tomas de los tobillos,

subes por mis piernas,

hasta que llegas a perforar

el hambre de mis ansias.

Vieja

Le tengo miedo a las agujas.

Estoy cansada

de las colchonetas y los tubos.

Estoy cansada

de los rostros que no conozco

y ahora pienso que la muerte comienza.

La muerte empieza como un sueño,

lleno de objetos y de la risa de mi hermana.

Somos jóvenes y caminamos

y recogemos moras azules

durante todo el camino a Damariscotta.

Oh, Susan, ella lloraba.

manchaste tu cintura nueva.

Dulce sabor

mi boca está llena

y el dulce azul se acaba

durante todo el camino a Damariscotta.

¿Qué haces? ¡Déjame sola!

¿no ves que estoy soñando?

En un sueño nunca tienes ochenta años

Para tus amigos: