Pagar impuestos en cualquier país debidamente organizado, es un deber ineludible y por tanto de cumplimiento disciplinado, en función al hecho que cada ciudadano, hombre o mujer, conlleva de acuerdo a la responsabilidad que desarrolla, en el trabajo, en un emprendimiento empresarial de cualquier nivel que fuere y que percibe cierto porcentaje de utilidades.
Ahí está diseñada la estrategia impositiva, para que cada ciudadano activo tenga la obligatoriedad de contribuir al Estado con el pago de impuestos, pero en directa proporción a inversión y utilidades percibidas, al esfuerzo, responsabilidad, y conciencia contributiva. Esto significa el cumplimiento sobre todo voluntario del contribuyente para convertirse en generador de recursos para el Estado y colaborar de ese modo al desarrollo colectivo.
Suena un tanto lírico tomar el asunto impositivo por el lado conciencial, sabiendo que todavía no se ha logrado en el país el establecimiento de un modelo tributario que generalice el pago de impuestos, reduciendo a la mínima expresión la evasión tributaria, actualmente un grandísimo problema para el Servicio de Impuestos Nacionales, SIN.
El asunto va por ese sinuoso camino para la entidad recaudadora, pero abierto con ciertas libertades para el tráfico de capitalistas de alto monto, que hábilmente se mimetizan en el Régimen Simplificado y pagan un mísero impuesto, generando un claro e injusto desequilibrio entre comerciantes legalmente constituidos, que a la menor falta, generalmente la de entregar factura, pagan sanciones y confrontan en otros casos un latente perjuicio por la clausura temporal del negocio, mientras mayoristas del contrabando, en las puertas y en esquinas próximas a un mercado distribuyen mercadería suntuaria a comerciantes minoristas, sin pagar ningún impuesto.
Entonces salta la frasecita entre quienes observan esa distorsión impositiva. Está bien, hay que pagar impuesto, sí?pero no así, como se produce en nuestro medio en el que corresponde disponer medidas coercitivas si fuesen necesarias para ubicar a los grandes comerciantes en el régimen que les corresponda y aplicarles la ley a la menor infracción que se detecte y que por supuesto serán muchas.
Para muchos ciudadanos resulta incomprensible que se apliquen duras sanciones a ciertos contribuyentes, por infracciones menores y se deje operar con absoluta tranquilidad a grandes evasores, que dicho sea de paso, trabajan ilegalmente en las calles, donde pueden fácilmente ser identificados, notificados y sancionados, este aspecto de inequidad en el control tributario, genera otra duda sobre esa gran responsabilidad ciudadana de contribuir al Estado con el pago de impuestos, pero exigiendo que el deber sea general y no parcial.
Hay otra posición entre contribuyentes y es que, evidentemente la recaudación que se hace a través de los impuestos sirve para solventar la realización de diferentes proyectos de desarrollo y el buen uso de los fondos que son del pueblo, genera una satisfacción especial al saber que los impuestos que se pagan sagradamente, se convierten en obras de beneficio colectivo para miles de usuarios, sin embargo es evidente el reclamo de los que cumplen frente a la indisciplina de los evasores. Si todos pagaran lo que les corresponde los beneficiarios serían muchos más y los impuestos cumplirían la función de favorecer con planes integrales, más equitativamente a la mayoría de los bolivianos.
De momento hay conciencia de pagar impuestos, sí, pero no así. Hay que hacer ajustes sustanciales en la universalización impositiva, algo que debe ocurrir ya.
Fuente: LA PATRIA
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