La Ley de Partidos necesita actualizarse, no sólo para garantizar la competencia abierta y democrática de fuerzas populares con ideologÃas distintas, pero todas en pos de gobernabilidad para "servir a sus bases", cuando el principio ideológico deberÃa ser de servicio al pueblo, aunque se trate de un eslogan gastado y poco eficiente, por lo mismo de dudoso efecto en el conglomerado de nuestra sociedad.
Una renovada Ley de Partidos PolÃticos debe apresurarse en su elaboración global, en debatirla y consensuarla para que la colectividad encuentre en el tiempo preciso una opción de incluirse en algún partido coincidente con sus principios y anhelos para poder encarar una abierta campaña que promueva fines y objetivos de lucha principista, pero al mismo tiempo de expectativas que sean la base de programas realizables y no simplemente demagógicos.
Lo que está en el tapete de la oposición, es la devolución de los curules por parte de los parlamentarios observados, y la defensa de estos es simple, al indicar que la representación parlamentaria se la ganaron con el voto del pueblo al que seguirán sirviendo mientras dure su mandato.
El transfugio no es reciente, al contrario es una acción recurrente que ha sacudido estructuras de enormes tiendas polÃticas, la prebenda y sus consecuencias son factores colaterales que pueden alterar o mÃnimamente empañar la imagen de personas e instituciones polÃticas, las más vulnerables a la comisión de delitos.
Fuente: LA PATRIA
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