Jueves 02 de noviembre de 2017

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El dÃa en el que llegaron los muertos, entendà que todavÃa no entendÃa muchas cosas de los vivos.
No sé si la muerte es fácil para los muertos pero escucho a muchos vivos quejarse por lo difÃcil que es la vida.
A veces, muchas veces, yo también sentà difÃcil la vida. A veces, muchas veces, yo también deseé la muerte.
Pero la muerte no es ajena a nosotros. Después de todo, no hay verdad más grande que aquella que dice que todos nacemos para morir.
Como pasamos la vida viviendo, pocas veces nos ponemos a pensar en la inminencia de la muerte. Si naciste, habrás de morir, inevitablemente, tarde o temprano, ¿Por qué, entonces, no nos preparamos para morir?
Sentimos la muerte cuando nos arranca a un ser querido. Sólo ahÃ, ante su falta, entendemos que la muerte es lo opuesto de la vida y que, por estar vivos, un dÃa tendremos que morir.
Cuando alguien muere, se lleva parte de la vida de los suyos, incluso de sus conocidos. Si el muerto es un amigo, se llevará los momentos juntos, los recuerdos juntos, aquellos que compartÃan ambos. Esos recuerdos se quedarán contigo pero ya no los compartirás con tu amigo porque él ya no estará aquÃ, con nosotros, en esta vida de la que, inevitablemente, todos saldremos muertos.