El titular insinúa que los brujos ya estaban antes. De su existencia ni hablar, para referirse a ellos hasta se ha publicado un libro de 650 páginas. No en todas partes se lanza un libro al aire ni se escribe sólo para la gente que gusta del realismo fantástico. Para más cuenta, se publicó en Barcelona (España) en 1962. Plaza & Janés, S.A., son los editores. Como se verá, no es tan antiguo. Los autores son Louis Pauwels y Jacques Bergier, de quienes no se sabe gran cosa. A lo mejor son también brujos.
Lleva en la portada una máscara espantosa, similar a las que se ven en Oruro para Carnaval; y claro, nadie se asusta porque se sabe que son máscaras, aunque hay otras similares que actúan en cualquier tiempo, llevando por dentro lo feo y por fuera la apariencia inofensiva; aborda - el libro - tópicos de la ciencia de los científicos y de la "ciencia" esotérica de los brujos. Se cita a Einstein como fundador de un "comité de desesperación", ante la amenaza de una guerra total que podría pulverizar en un instante el planeta.
En las letras, el Pachakuti Diez de Medina publicó en 1942 El hechicero del Ande, lo cual quiere decir que, por lo menos en ese campo, habían siempre brujos y hechiceros. "De un nigromante el compás/ trazó en mi alma nunca más?", dijo el poeta en la Balada de Claribel, como para corroborar la sospecha. Pero sin andar lejos, el yatiri Choquehuanca nos dijo que en la magra y solitaria altipampa hasta las piedras tienen sexo. Y quizá no estaba equivocado. "La materia es sólo una máscara - se dice en el libro - entre todas las máscaras del Gran Rostro". El gran rostro no es sino el universo cósmico, del que sólo se avizora el añil de la remota lejanía.
Antes de ahora, nadie creía en esas cosas. Pero una noticia brutal hizo temblar de miedo a la gente. Como se sabe, las normas de control en los Bancos son rigurosas y siempre hay dos o tres guardias vigilando en la puerta. Sin embargo, en Batallas, sin librar ninguna batalla con aquellos, el gerente de operaciones del Banco Unión, un tal Juan Pari, se llevó la friolera de 37,6 millones de bolivianos, y dijo en su descargo que él no tenía la culpa; que un astrólogo llamado Miguel Ángel los había embrujado a todos utilizando la magia negra; y que de ese modo le fue fácil apoderarse de tanto dinero.
Para un magnate como el ex ministro Arce Catacora, es un monto "insignificante"; pero como la mayoría de esta patria "inocente y hermosa" es muy pobre, incluso un mil en bolivianos es bastante plata. El mismo "ex" añadió que para efectuar el robo se "vulneraron varios controles a nivel de gerencias, supervisores y funcionarios que hacen arqueos diarios". Entonces, ¿Por qué ocurrió? Sólo hay una explicación, es que en el Estado Plurinacional los brujos están de retorno.
(*) El autor es escritor
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