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Domingo 22 de octubre de 2017

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Cultural El Duende

La Asociación de Estudios Bolivianos y Charles W. Arnade, un encuentro para estudiar Bolivia

22 oct 2017

Erika J. Rivera

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Segunda y última parte

Aun cuando estamos confrontados con toda una generación de intelectuales que emergieron por la necesidad de pensar problemas del contexto boliviano, seguimos haciendo filosofía de la historia, pero debemos enmendar errores como los que señala Arnade mediante su mordaz crítica. Es decir que las nuevas generaciones debemos superar a los coleccionistas y mediocres estudiosos que combinaban el ejercicio político con ansias intelectuales y vida aristocrática. En el pasado reunir documentos y libros raros era como un signo de distinción de la aristocracia chuquisaqueña (alrededor de 1850) y luego se extendió a otras ciudades.

Se considera que después de la colonia hubo un periodo de esterilidad hasta 1852 para dar paso a la literatura e historia como parte de la conciencia nacional. Hubo varios intentos para establecer una biblioteca pública, como vemos mediante el Decreto del 23 de junio de 1825 firmada por el Mariscal Antonio José de Sucre, pero por nuestra negligencia y descuido se pierden muchos documentos Este proyecto recién se materializa en 1884 con la creación del Archivo Nacional bajo la presidencia de Narciso Campero y fue nombrado Ernesto O. Rück el primer director del Archivo.

Pero antes de esta empresa debemos recordar a Daniel Calvo, quien salvó el archivo de la Audiencia, y a Casimiro Corrales, lúcidos hombres de leyes y políticos, que influenciados por Gabriel René Moreno, fueron críticos ante la apatía y negligencia.

A ellas se debe la imperdonable pérdida de documentos valiosos del archivo de la Universidad de San Francisco Xavier, líder intelectual del Virreinato de La Plata así como el Archivo del Cabildo desapareció en el abandono, vandalismo, robo y fuego. Recordemos que algunos años antes, en 1871 y 1874-1875, Gabriel René Moreno hizo un estudio completo de colecciones y documentos disponibles en Sucre.

�l encontró los archivos congresales gracias a Pedro Entrambasaguas, quien fue oidor en Manila (Filipinas) y luego fiscal del Consejo de Indias, a quien se lo considera el padre de la archivística.

Recordemos también que en su búsqueda de fuentes primarias y archivos, Gabriel René Moreno salvó y compró muchos documentos encontrados en lugares insospechados. En 1876 fue publicado en Chile un artículo historiográfico sobre la necesidad de contar con buenos archivos bolivianos.

Al no ser publicado en Bolivia este texto nos muestra la apatía que existió hacia los archivos y hacia la historia. Mucho más tarde, cuando se quisieron publicar las obras de Moreno en Bolivia, el primero en oponerse ferozmente en el parlamento fue Franz Tamayo. Podemos observar que la miseria humana y la falta de visión contradictoriamente también existe entre los intelectuales y que la falta de reconocimiento de los pares se repite muy a menudo.

Para finalizar basándome en dos libros "La dramática insurgencia de Bolivia" (Editorial Juventud. La Paz, 1982) y en la "Historiografía colonial y moderna de Bolivia" (Editorial Los amigos del libro. Cochabamba, 2008) deseo señalar de Charles W. Arnade lo siguiente. Se puede notar que este autor, basado en fuentes primarias de la literatura colonial no impresa, postula la tesis de que la "mentalidad altoperuana" (p. 98 del segundo libro mencionado) era extremadamente aislada del mundo, provinciana y conservadora. Basado además, en la obra de Gabriel René Moreno, el autor habla del "encierro andino" (p. 99) como la característica de la mentalidad altoperuana que habría sobrevivido a la independencia.

Este encierro andino se manifestaba, según el autor, también en la época republicana y sobre todo en la llamada clase política. Arnade sigue estrechamente a Moreno y califica a los fundadores de la República como los "doctores dos caras" (p. 99), cuyo representante más conspicuo habría sido Casimiro Olañeta. En el marco de esta tesis nos interesa solamente el postulado de Arnade acerca de la extraordinaria persistencia de esta mentalidad en la época republicana, persistencia que permeó también a los sectores más progresistas de la clase política boliviana.

Exhumando documentos y publicaciones poco conocidas, el autor señala que las "enfermedades altoperuanas" (pp. 245 y 280) fueron analizadas tempranamente, aunque la conciencia pública boliviana haya soterrado habitualmente esos estudios críticos. Por todo ello Arnade llega a la conclusión de que en Bolivia ha existido una tradición intelectual en gran parte repetitiva, celebratoria y poco crítica, pero que simultáneamente ha pervivido un legado analítico de auto-estudio muy rescatable, aunque poco apreciado por la opinión pública mayoritaria.

En el segundo libro ya mencionado en el anterior párrafo podemos notar que el mérito de este estudio de Arnade reside en reconstruir la cultura política en el territorio del Alto Perú en los albores de la independencia. En base a su gran conocimiento de fuentes y documentos este historiador afirma como resumen: "los sentimientos realistas y conservadores siempre fueron fuertes pilares de la sociedad del Alto Perú. La independencia de 1825 significó la continuación del antiguo orden. La aristocracia criolla con sangre indígena en sus venas era provinciana en creencias y actitudes. [�] La independencia en sus primeros años agudizó el provincianismo y el regionalismo" (p. 9).

Según Arnade los patricios liberales y racionalistas de las primeras décadas de la República no tuvieron éxito en la tarea de dar estabilidad a Bolivia porque no comprendieron la mentalidad profundamente conservadora del país en su totalidad (p. 32). Según Arnade tenemos una continuidad de la mentalidad conservadora desde los primeros días de la colonia hasta hoy, que siempre fue adversa a todo pensamiento racionalista y liberal.

De acuerdo a Arnade toda esta constelación fue la responsable de no haber comprendido la teoría y las propuestas prácticas de Victoriano de Villava, "el padre del liberalismo sudamericano" (p. 15), quien a comienzos del siglo XIX previó la ruina del Imperio colonial español si no se modernizaba y liberalizaba. Arnade presupone entonces la continuada existencia de un espíritu conservador en Bolivia que se extendió hasta aproximadamente 1960.

Por último la experiencia de este IX Congreso de la AEB nos ha mostrado grandes avances en el campo de la investigación como por ejemplo el Instituto de Investigaciones Históricas conformado por las doctoras Ana María Lema Garrett, María Luisa Soux de Wayar, Pilar Mendieta Parada, Eugenia Bridikhina y otros investigadores. Así también el Instituto de Estudios Bolivianos bajo la dirección de la Dra. Galia Milenka Domic Peredo.

Ellos se esmeran por producir conocimientos con fuentes primarias y trabajos de campo, influyendo en una mejor formación de las próximas generaciones. Es tarea de todos nosotros superar las críticas de Charles W. Arnade al contexto boliviano que él conoció. Considero que el espíritu investigativo también se aprende y Bolivia es parte de este proceso.

Fin

* Erika J. Rivera.

Escritora. La Paz

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