Durante los últimos años, las aulas de música han incrementado considerablemente su equipamiento tecnológico, como: equipos de música, reproductores de vídeo, micrófonos, grabadoras, teclados electrónicos, con la finalidad de facilitar el trabajo del profesorado, potenciar el proceso de enseñanza-aprendizaje de la música y enriquecer las clases, constituyéndose en un abanico de posibilidades educativas relacionadas con la imagen y el sonido para que puedan utilizarse de manera provechosa y satisfactoria en el aula. En consecuencia, los docentes de educación musical frente a las nuevas tecnologías realizarán propuestas didácticas eficientes aprovechando los recursos y medios que actualmente ofrecen éstas. Los jóvenes estudiantes inmersos en las nuevas tecnologías de la información, las maneja, las entiende y vive con ellas.
Así, podrían utilizarse en la edición de partituras, programas de grabación de sonidos, acompañamientos rítmicos y melódicos, reproducir música, grabación en línea, etc. Para ello, es necesario la formación y la capacitación; sin embargo, su utilización deberá ofrecer alguna ventaja educativa, pues es necesario evitar "meter las tecnologías como con calzador", en las actividades por el mero hecho de tener que utilizarlas sin ninguna finalidad, elaborando materiales digitales con la finalidad de utilizarlos en sus actividades y para ello no existe otra alternativa que invertir tiempo.
La integración de las tecnologías en las actividades que se realizan en el aula deberá tener como objetivo principal el potenciamiento de los procesos de adquisición funcional del lenguaje musical, amplificando la acción de los elementos mediadores: la educación vocal, los instrumentos musicales y el movimiento corporal.
Las tecnologías deben utilizarse con una finalidad específica, es decir, tendrán la obligatoriedad de considerar costo-beneficio, pues estaría demás manejarlas sin un fin. De la misma manera, el uso de utilizar las tecnologías, supone dedicar una gran cantidad de tiempo y probablemente sea encomiable realizar ese esfuerzo. Por lo que es necesario planificar las distintas actividades que se efectuarán con ellas, para reportar beneficios educativos considerables. Por ejemplo, si un profesor que sabe tocar el piano lo utiliza en su aula para realizar un ejercicio de movimiento corporal obteniendo un resultado excelente o tal vez, le parece funcional que dedique su tiempo a realizar grabaciones y editarlas para desarrollar la misma actividad de forma más funcional, armando un acompañamiento orquestal; de esta forma la aplicación de las tecnologías ayudará al ser humano a producir, mejorar y comprender la organización sonora.
Con estas reflexiones se pretende llegar a la conclusión de que la actitud del docente ante las tecnologías debe ser crítica, reflexiva, siguiendo un plan de acción favorable para el conocimiento de sus estudiantes. Un profesor no puede arriesgarse a implementar las tecnologías de la información sin ninguna formación básica en ella. No deberá comenzar a realizar un proyecto al azar sin una meta ni rumbo alguno, porque después de una inversión de tiempo muy grande seguramente terminará en un auténtico fracaso. De la misma manera, esta sensación de decepción en ocasiones, deriva de cierta desinformación y en una serie de mitos que se han extendido sobre las nuevas tecnologías en la educación.
(*) Magíster
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