En los primeros documentos de mujeres bolivianas, tanto desde las filas burguesas, clasemedieras como proletarias, que reclamaban los derechos civiles y sociales, no se perdÃa la perspectiva del don de la maternidad. El hombre afuera, como cazador, la mujer desde dentro, como la que alimenta a la criatura con leche, con valores y con la continuidad cultural. Madre, abuela, mujer Memoria.
Hasta antes del duro discurso feminista de los setenta, florecido y difundido desde los centros del poder económico mundial, la imagen de la tierra, de la mujer, de la hembra, estaba relacionada en los más profundos niveles de nuestra psiquis con la Vida; la que recibe la lluvia y da los frutos, la que se abre y entreteje en sus entrañas al nuevo ser.
El discurso abortero, basado en estadÃsticas, en intereses mezquinos y en falsas premisas contra las religiones y sentimientos, es el mayor responsable de cómo en estos dÃas la mujer es más objeto que nunca, más abandonada que nunca, más madre sola, más sola sin hijo, contentada con "estudios y tÃtulos", cargos administrativos.
Esas palabras poco a poco han calado en la mentalidad colectiva, tan hondo que ahora las noticias sobre la mujer son sobre las vÃctimas, cada vez muertes más sádicas y sin motivo. Ahora a las mujeres las asesinan y ocupan titulares todos los dÃas en diferentes partes del mundo, finadas ensangrentadas, desintegradas.
La lista es infinita y seguirá infinita. Han ganado. La Comisión parlamentaria plurinacional se negó a escuchar las voces contrarias, se negó a leer las encuestas de amplio rechazo a propagar el aborto. Por los derechos de las mujeres, dicen. ¡Pobre miseria!
Nos quitaron el don, nos dejan sin ser dadoras de Vida y nos cerca la Muerte.
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