Todos conocen que los humanos traen consigo rasgos incipientes del carácter y en base a estos surge el comportamiento en relación con el medio externo que modificara parcialmente el carácter original y, asà sucesivamente, este proceso durará toda la vida; planteando que es inútil discutir sobre la prioridad absoluta del carácter o del comportamiento, que serÃa replantear la vieja interrogante sobre si es primero el huevo o la gallina. De ello, se puede afirmar que el carácter no es sino un complejo de comportamientos recurrentes o, quizás más exactamente, es el conjunto sistemático de nuestros hábitos en actividad.
En el plano pedagógico se puede extraer la conclusión que el educando será instado a repetir, hasta la adquisición de un hábito, las respuestas que le produzcan resultados satisfactorios, evitando los que le den negativos. La pedagogÃa humanista, como caracterÃstica general, tiende a la suavización de la disciplina, siendo claro que, no obstante, esta tendencia a la suavización la sociedad moderna ha hecho prevalecer, aunque no exclusivamente, hasta medio siglo pasado, el castigo y la amenaza del castigo. Ahora, independientemente de cualquier juicio de valor relacionado con la dignidad de la persona, existe un planteamiento frÃamente cientÃfico que afirma que la punición no sirve para nada y, por lo tanto, es necesario, en la educación, apoyarse en la recompensa; subrayando que la constricción, entendida como la acción de obligar a algo, es ampliamente desfavorable en la educación y sólo capaz de desencadenar agresividad, neurosis y una disimulada hipocresÃa.
Por lo expuesto, en la educación, se reconoce que la punición puede aplicarse con frecuencia y levemente más que con rareza y severidad y considerarla como una medicina que debe utilizarse caso por caso y en la medida estrictamente necesaria. ¿Cómo puede el catedrático o facilitador conocer las verdaderas motivaciones en base a las cuales actúa el estudiante?, se responde con el problema de lo que verdaderamente el estudiante piensa y siente, porque inequÃvocamente el pensamiento y el sentimiento constituyen el factor más importante en la determinación de los rasgos que formarán el carácter; consecuentemente debe admitirse que la actitud de pensamiento y sentimiento del estudiante escapa al control de los padres, es decir totalmente, como conclusión.
(*) Abogado corporativo, postgrado en Arbitraje y Conciliación, Derecho Aeronáutico, Interculturalidad y Educación Superior, doctor honoris causa, escritor.
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