El director boliviano Juan Carlos Valdivia ingresa a un mundo complejo desde una visión particular. La narrativa de su largometraje Ivy Maraey adapta desde la ficción con lo documental la historia del "otro" pero desde la propia experiencia. Asà Valdivia experimenta en carne propia y recorre con su cámara la "tierra sin mal": un territorio ubicado al Sureste de Bolivia en el chaco tarijeño, donde habita la cultura guaranÃ, un pueblo noble y guerrero.
No es nada sencillo afrontar a dos culturas, pero Valdivia en su largometraje diseña una narrativa singular donde cuenta una historia de autoconocimiento desde la alteridad, es decir cómo me conozco y reconozco desde una mirada distinta/parecida. En este caso guaranÃs con criollos blancos o a la inversa. Ahà se inscriben las percepciones sobre la muerte y vida, sobre la naturaleza, convivencia y rituales. "¿Y cómo sabes tú?, como veo yo las cosas", responde, al principio del film, una niña guaranà al director - actor.
Sin embargo, me gustarÃa destacar la forma en que la filosofÃa guaranà se hace eco. Quiero decir, cómo las palabras de los viejos burubichas se pintaron de tonos musicales que danzaron hasta mi intimidad. Entonces, descubrà una profunda sabidurÃa en sus pensamientos que intrÃnsecamente nace de una cosmovisión universal mágica. Conocen, sienten y expresan el mundo desde otros colores que aún no logramos internalizar, a pesar de tantos años de coexistir.
En ese sentido, para corroborar lo antedicho, señalamos algunas ideas que se expresan en la pelÃcula y que desbordan un conocimiento intenso: "Al principio solo habÃa oscuridad, pero el dios Ã?ee Iya trajo la palabra que iluminó y originó las cosas". "El tiempo marca la forma de las cosas, cuando nacerán o morirán". "Morimos para vivir, morimos para volar, morimos para brillar". "Ser responsables con el universo antes que venga la oscuridad". "Todo lo que se ve en el cielo es reflejo de la tierra". "Solo el canto detendrá el caos del mundo". "Morimos, porque el mundo se cansó del hombre malo". "El corazón será nuestro único salvavidas".
En ese contexto podemos argüir lo siguiente: Los pueblos de tierras bajas plantean la unidad de las cosas. Lo material es efÃmero. No existe la acumulación ni tampoco la sobreexplotación de los recursos. Se vive hoy. No hay individualidad, tan solo un nosotros.
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