Aunque se sienten algunos síntomas especulativos en ciertos sectores del comercio regular en centros de abasto, las autoridades del ramo económico señalan que con datos muy concretos la inflación del país ha descendido a junio del año en curso a una cifra considerada insignificante del 0.14 por ciento, lo que implica propiamente un mínimo factor de incidencia en la economía popular.
Se entiende que como la economía es dinámica, no se puede asegurar que tal índice de mínima inflación pueda mantenerse invariable por mucho tiempo, de ahí que al estar corriendo el último trimestre del año, es seguro que ese detalle de baja inflación tendrá variable ascendente hacia el final de la gestión debido al movimiento económico de las celebraciones de Navidad y Año Nuevo.
Hay que considerar que la inflación es parte regular de todo proceso económico, sólo que su vaivén en la economía de cualquier país depende de las políticas que sean aplicadas en función de preservar aspectos íntimamente ligados al poder productivo, las condiciones sociales vigentes, la cantidad y calidad de empleo, las perspectivas que se presenten con seguridad legal para atraer inversiones y al mismo tiempo, la regulación de controles que impidan el gasto indebido de los recursos fiscales. Una política de alto control fiscal puede impedir la corrupción y evitar la desnaturalización de un equilibrado y solidario programa económico.
A nivel general y en cualquier parte, la inflación es un fenómeno económico negativo que altera la convivencia pacífica de las comunidades, generalmente ocasiona factores de crisis que directamente conspiran contra los presupuestos hogareños, los más sensibles, así hayan sido reajustados por incrementos de salarios, que se diluyen si la inflación se hace incontrolable.
Una apreciación objetiva a un proceso inflacionario allí donde se registre, comienza por generar escasez de productos, ese hecho da paso a que el sector de comerciantes aproveche el pánico y genere especulación al subir el precio de productos, especialmente los de primera necesidad lo que a su vez influye en un desequilibrio absolutamente claro en la economía familiar, que pese a tener un supuesto salario mejorado, no puede cubrir el costo de la canasta familiar incrementada por la inflación, que sube y sube como espuma en cuestión de meses, especialmente los últimos del año.
En el país hemos vivido dolorosas experiencias ocasionadas por agudos periodos inflacionarios, luego de la Guerra del Chaco, más adelante después de la revolución nacional del MNR en 1952 y posteriormente con efectos realmente dañinos a tiempo de recuperar la Democracia y quedar con un gobierno tan deteriorado económicamente, que encarar su recuperación, significó cambios sustanciales en el sistema económico para frenar justamente una inflación que como nunca antes vivió el país.
Sobre la inflación nacional, datos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), señalan que en el último periodo, la inflación ha sido objeto de cierto control mencionándose por ejemplo que en el año 2010 la inflación fue de 7,18 %; en el 2013 bajó a 6,48 % y tres año luego el 2016 llegó a 4,0 %. La última referencia del IBCE sobre inflación del país, afirma que en el primer semestre de este año el índice inflacionario es de 0,14 %, prácticamente inexistente y se considera como aceptable un crecimiento del 4,3 por ciento para el Producto Interno Bruto (PIB).
Si esos parámetros no fallan, hay que convenir en que las autoridades tienen la obligación de precautelar el sistema y evitar de todos modos que funcione el círculo inflacionario del país.
Fuente: LA PATRIA
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