Uno de esos lugares es hoy Cataluña, una de las diecisiete autonomÃas de España articuladas en la admirable transición democrática tras la caÃda de la dictadura franquista (1939-1975). Entonces, precisamente para hacer posible un nuevo Estado, se reconoció a un par de ellas con caracterÃsticas propias por su desarrollo histórico particular. Fue el caso catalán.
Los desencuentros entre el gobierno y la Generalitat (el gobierno de Cataluña) se profundizaron cuando el Estatuto catalán fue limitado en 2010 por el Tribunal Constitucional. El camino de la ruptura comenzó a quebrar la argamasa. Si entonces menos del 20% querÃan la independencia, hoy casi el 50% la desean y buena parte de forma militante. El proceso vivido en tan corto tiempo es un ejemplo extraordinario de cómo con base en algunas ideas- fuerza, una enseñanza de la historia que afirma que la región fue sojuzgada por España y que tiene derecho a ser un paÃs independiente por la combinación de sus raÃces y el trato que recibe del centralismo, debe por "destino manifiesto" ser una República independiente.
Las aguas se desbordaron y, contra la Constitución que prohÃbe cualquier consulta vinculante sobre la separación del paÃs, el gobierno catalán realizó un Referendo sin registro, sin padrón, sin estándares mÃnimos de credibilidad, cuyo "resultado" fue el sÃ. Basado en ese acto, pretende la independencia.
¿Cómo es posible que un paÃs democrático, plural, desarrollado y moderno enfrente situaciones como esta? El nacionalismo exacerbado es una expresión basada en argumentos de diferenciación que en lo Ãntimo se apoya en una forma de supremacÃa, de distanciarse a tal punto del otro, que lo convierte en adversario. La idea de "patria" como dogma religioso inunda las emociones, se convierte en verdad, toca las teclas del victimismo, del desapego y finalmente del odio. Las razones históricas se transforman en sectarismo, en realidades imaginadas e inventadas hasta la confrontación inevitable y la negación, cuando no la pelea mortal, con aquel que ayer era un amable y apreciado vecino. Como la religión, como otras ideologÃas, el nacionalismo ha bañado de sangre la historia universal.
La lección a aprender es que la diferencia enriquece y acerca. Ese es quizás el aspecto más relevante del concepto de la plurinacionalidad. Reivindicar hoy la independencia de una región, cualquiera, en este mundo ya muy fragmentado, es un retroceso histórico que nos conduce a anclarnos en nuestros más estremecedores atavismos.
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