Sábado 14 de octubre de 2017
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La música en sus diferentes manifestaciones, constituye la función más sublime en la vida del hombre, que anima, sensibiliza, modela la personalidad, incentiva el sentimiento cÃvico patriótico, utilizándose en muchos casos como terapia en el campo de la medicina, recordemos que él bebe desde que nace, vive la experiencia musical escuchando las primeras nanas con que le acuna su madre.
La práctica musical desde las primeras edades estimula y modela la sensibilidad del niño, contribuyendo al desarrollo general de su personalidad. En el inicio de la etapa infantil, el niño presta gran atención al sonido: intenta imitar los sonidos de su entorno y los vocablos que emiten los que le rodean.
Posteriormente capta el sonido de una forma global y percibe las melodÃas como un todo. La canción o la improvisación musical de un niño de menos de tres años de edad puede considerarse el primer esbozo de un lenguaje musical, imperfecto todavÃa pero suficientemente significativo.
Más tarde la escuela a través de las prácticas de canto, movimiento, danza y ejecución instrumental aprovecha este tipo de expresión, no solo por su valor estético como su potencial didáctico, para numerosos aprendizajes: aprender a escuchar, a expresar ideas, sentimientos y emociones o a trabajar en equipo, entre otros muchos, por eso no debemos olvidar que la música, es sin duda, uno de los medios de expresión genuino con que cuenta la humanidad, siendo el lenguaje universal, capaz de unir la cultura de los diferentes pueblos, sin distinción de raza, credos, idiomas y estratos sociales.