El Che por siempre

Hablar de una persona maravillosa es resaltar una actitud revolucionaria, unas ideas de vida plena considerando la epopeya de un proyecto histórico, de un creador de utopías desatado en su perspectiva, un asunto profundo por sus oportunidades y consecuencias. Muchos "miradores" de la realidad lo condenan falsamente. Sus nombres y apellidos quedan en la irrelevancia histórica, aquella que queda retrasada en los tiempos del feudalismo.

En la vida se debe tener certidumbre plena, la de la lucha radical, y el Che lo entendió así a partir de su filosofía política e histórica. Puede costar entender a este hombre maravilloso, no es simple. Y derivar en la grandeza de sus ideas te lleva a recrearlo como algo inusual, cuando él fue consecuente con sus conceptos, con sus concepciones de vida para construir un futuro, algo centrado en un proyecto revolucionario.

Este acontecimiento trascendió la simpleza de las cosas pequeñas para alcanzar el privilegiado espacio de la grandeza humana representada en la epopeya de un guerrillero que superó la mezquindad de un "comunismo oficial" incapaz de salir de su laberinto de dogmatismo y mediocridad en el que había caído por su manifiesta incompetencia en el objetivo de realizar el sueño de los fundadores de la Utopía del marxismo. El Che combatió ardientemente la inactividad de auténticos representantes del "oportunismo contemporáneo", los autollamados "revolucionarios" que habían hecho de los postulados marxistas un dogma esclerotizado sin posibilidades de servir a la causa de los oprimidos del mundo.

En el fragor de una vida llena de peligros, el Che Guevara fue construyendo un explosivo paradigma que partía esencialmente del hombre nuevo como fundamento primigenio y sustancial de la revolución social comunista y donde el ser humano no se hace comunista con el comunismo, sino que, en un proceso infinito, se va haciendo comunista a medida que construye con sus propias manos el comunismo. De esta manera, regresaba a las fuentes primarias del marxismo para recuperar su contenido revolucionario y aplicarlo a las condiciones concretas de la nueva época histórica de la especie humana. Era un intento rebelde de refundar un marxismo crítico, radicalmente internacionalista y ajeno al "marxismo soviético". Se constituía en un vigoroso llamado a la subversión de las colectividades humanas sometidas por el capitalismo.

El Che representa el esfuerzo concentrado de lo mejor de una época, de la juventud hecha rebeldía, de la posibilidad cierta del cambio trascendental en la historia, la del fin de las mezquindades y el comienzo del tiempo creador, donde el hombre sea hermano y amigo del hombre, para realizar la liberación plena de toda la Humanidad. Su heroico ejemplo ha podido romper tempestuosamente las fronteras artificiales entre razas y naciones para brotar como el inagotable manantial de la unidad humana en torno a principios de justicia y libertad.

Cuando el tiempo transcurrido permite ver con mayor claridad la trascendencia histórica profunda del legado guevariano, es posible verificar prístinamente la validez de sus ideas y realizaciones. Y así como grandes genios de las ciencias naturales y sociales no pudieron ver el fruto de su sacrificado trabajo de creación, el Che Guevara tampoco pudo ver la cristalización de su lucha, pero su paradigma está vigente e interpela sensiblemente a la memoria histórica de los pueblos para poner fin al festín neoliberal y reiniciar la gesta liberadora.