Enemigo a la carta

"Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas" decía Sun Tzu en su grandiosa obra "El Arte de la Guerra". Manual de vida no sólo para militares o empresarios agresivos o políticos ambiciosos, sino que bien pueden aplicarse cada una de sus enseñanzas en los episodios cotidianos de nuestras vidas, en los momentos buenos y en especial, en los no tanto.

Y esta frase que traigo a colación se hace realmente importante, ya que básicamente (me refiero al sentido primario de este libro) está enfocado en la guerra, todas sus enseñanzas van direccionadas a dos bandos: en quien lee el libro y su contrincante, al que repetidamente sin buscar muchos sinónimos se refiere como "el enemigo".

El diccionario no es muy claro en su magnitud, pues lo define en quien simplemente está en desacuerdo o en caso de guerra, quien pertenezca a la rivalidad. En lo personal, no concuerdo con ello, pues trato de darle a este vocablo una dimensión maximizada, superlativa si se quiere. O sea, a no ser que se trate de una guerra, me va a costar realmente mucho poder ver en un ser humano a un enemigo, siento y creo siempre que ambos tenemos debilidades y fortalezas que si en determinado momento nos pueden enfrentar, con inteligencia y desprendimiento de ambas partes, se pueden lograr arreglos de modo que incluso los enfrentados terminen de aliados.

Pero es simple utopía el creer que yo puedo arreglar las cosas así, y realmente no puedo, no por nada, desgraciadamente, mucha gente apreciada para mí no me ha vuelto a dirigir la palabra justamente porque no he hallado la humildad para acercarme y tratar de solucionar la diferencia, o del otro lado encontré las mismas vicisitudes, motivo por el cual, no volvimos a ser amigos, pero aun así no considero enemigo a nadie.

Los que en cambio sí que saben encontrar enemigos a cada paso y son capaces hasta de categorizarlos, son los políticos. Variedad especial del género humano que puede ver rivales de verdad no por donde existen, sino por donde los necesite y vaya que un político necesita enemigos. Los precisa casi tanto como una planta al agua, pues un auténtico líder, es incapaz de subliminar el corazón de la gente si no puede mortificarse y martirizarse a manos de gente que lo odia, lo discrimina, lo insulta, lo vapulea, lo ofende, lo calumnia, le tergiversa, le planta pruebas, le inventa cosas, negocios, familias extramatrimoniales, hijos ilegítimos, dobles familias, le adjudica dinero mal habido a raudales y con seguridad hasta lo quieren matar.

Hay tres tipos de enemigos en la política y estos asumen cargo en diferentes oportunidades porque si bien muchos pueden ser perpetuos, estos no ejercen permanentemente sino sólo cuando se los necesita.

El enemigo de clase: Este es el mayor y más notorio de todos, porque por lo general lo distingue su nombre, contextura física y su abolengo (no necesariamente su poderío económico porque dicho estatus existe en todos los estratos). A este rival es muy fácil apuntarle pues casi siempre es el culpable de todas las desgracias del pasado. �l se hizo rico a costa del pueblo, no cuentan las generaciones, ni dicen cómo se hizo poderoso, simplemente que le precede un pasado colonialista, por lo general es descendiente de migrantes lo que le añade a su apellido un toque de maldad y siempre va a ser un alfil exquisito a la hora de justificar los problemas económicos de la gente o como siempre, para no tener que detallar técnicamente por qué los pobres no pueden dejar de ser pobres, pese a que los gobierna alguien tan o más pobre que ellos.

El enemigo de pensamiento: En este otro maléfico ser, entra quien está en vereda opuesta a su ideal de vida, o sea en la vereda del frente. Para ser más directos izquierdozos y derechozos son enemigos por naturaleza y no siempre porque entiendan a la perfección la teoría económica y política de su posición (eso muy rara vez pasa), sino simplemente porque cada uno es culpable de las desgracias que le pasa al otro, por definición natural.

Los capitalistas, imperialistas, hijos del rey siempre serán enemigos del pobre, lo usan y sojuzgan para su beneficio grupal y procuran que todo se rinda al vil capital, además de su amor por las trasnacionales a las que ansían con fervor venderle todo lo que la patria posea hasta la última gota de sangre. Los zurdos por su lado, son los horribles come wawas que no quieren que el pobre deje ser pobre sino que su ansiado anhelo es que todos sean pobres por igual. Defienden todo lo estatal y su norte es que el gobierno lo maneje todo aun sabiendo que no maneja nada y casi siempre termina por arruinarlo todo.

Eso sí, por definición, ninguno de los dos son corruptos, ese es un estatus que sólo se le puede atribuir al del frente.

Y por último el enemigo coyuntural: Este arquetipo es mucho más generalizado, y no responde a un tipo de personaje específico. Al rival de momento se lo puede encontrar donde sea y como sea dependiendo de la necesidad y por si esto fallara, siempre hay un almacén de enemigos para poder sacarlos de la galera cual virtuoso mago en el momento que más les convenga y haciendo lo que nos interese mostrar como criminal o diabólico.

Es además un enemigo que puede gozar de miles de privilegios, puesto que es justamente como más se lo necesita mostrar. Rehuyente de la justicia, abarrotado de fortuna, inexpugnable y de paso con una capacidad de hacer cosas que ni ellos mismos sabían que tenían.

Este enemigo en particular, es el que cada cierto momento los masistas por ejemplo, usan a sus anchas, puesto que dependiendo de las necesidades, este mismo enemigo, en determinado momento termina siendo su mejor aliado y hasta postor.

14 años después de los luctuosos hechos de octubre de 2003, dos de los principales personajes del lado oficialista de entonces, viven un exilio dorado en los Estados Unidos con la venia del Departamento de Estado, pero sobre todo con la denodada intención del partido de gobierno de que se queden ahí como están y que nada ni nadie los incomode.

Uno de los puntos fundamentales de la llamada "Agenda de Octubre", fue justamente la repatriación de estos dos personajes, que deberían llegar a Bolivia para rendir cuentas y conocer su versión de los hechos en un juicio justo e imparcial.

Lógicamente sabemos que lo que menos tendrían acá sería algo justo, seguramente los lincharían en la plaza y bailarían en la fogata, pero ese es otro tema. El gobierno que tanto proclama su apego a la justicia, mínimamente debería (aunque sea para disimular y gastar plata, que tanto les gusta) iniciar un proceso ante el país del norte para que estos dos fulanos vuelvan.

Pero ¿Por qué un gobierno que sataniza a este par cada cinco minutos no mueve una pestaña para traerlos? Porque los necesita en condición de enemigo acusable y culpable de cualquier cosa que les pueda salir mal. Ambos, pero especialmente el Zorro es quien procreó a Gabriela Zapata, panificó el desfalco del Fondioc, nos hizo a todos votar por el no, el redactó los artículos inconstitucionales de la CPE y por si fuera poco seguro que es quien le enseñó al muchacho de los calzoncillos grandes, cómo sacar plata del cajero automático en un banco donde no hay cajeros. Además de ser el editor del cartel de la mentira y el boliviano más chileno cuando eso también haga falta.

El Zorro Berzaín es después de Evo el mejor masista que pueda existir, y cada que puede se manda un actuar que lo encumbra entre los personajes favoritos de la élite gubernamental. En todo caso, el Chulupi, es para Evo el mejor enemigo que uno podría querer.

(*) Es paceño, stronguista y liberal