Martes 10 de octubre de 2017
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La cresta de la pirámide del Cerro de Potosà fue elegida por su belleza, su riqueza, su originalidad como la figura central del Escudo de Armas de la República de Bolivia al crearse en Sucre, la capital aquel 6 de agosto de 1825. Los bolivianos nacemos con la mirada puesta en nuestro Escudo por tanto en el Cerro Rico que hoy amenaza con desaparecer.
Todos los medios dieron la alarma y consiguieron crear un cierto interés que se concretó en tareas técnicas, al parecer ineficientes para evitar que el Cerro Rico desaparezca, como un volcán, pero al revés que la cresta se insuma, sea absorbida, engullida si se quiere por la inconsistencia deleznable que la excavación interna ha provocado. Varios siglos de inmisericorde explotación han dado lugar a miles de galerÃas, laberintos insondables que sostienen, quizá por milagro, la frágil estructura de una montaña que es parte inseparable de la Historia de Bolivia, de su pasado colonial y de su tierra argentada que dio riqueza a la PenÃnsula Ibérica y fue sostén financiero desde la portentosa metrópoli en que se convirtió Potosà a partir de la revelación de la plata que pululó en su seno.
