Tristemente impresionado por la desaparición trágica de cuatro miembros de la Policía boliviana victimados por originarios pertenecientes al Municipio de Uncía quise enviar esta carta a esos lejanos ayllus con el Defensor del Pueblo señor Vilela o con los Ministros Oscar Coca o Sacha Llorenti que viajaron a esa región, pero no pude encontrar a ninguno de los mencionados que ya retornaron a La Paz. Confío en que todavía pueda servir de algo.
Señores Cacachacas, Laimes, Jucumanis y Kachacas:
Espero que al recibir esta carta se encuentren bien de salud en compañía de sus papás, mamás, hijos, esposos y demás deudos. Yo, aquí, bien, en compañía de mi familia en la cual, felizmente, no hay ningún Policía por lo cual ésta mi carta nunca podría ser calificada de “nepotista”.
Hablando de Policías, el otro día roe enteré casualmente en el Mercado Rodríguez al cual acudo semanalmente en compañía de mi comadre Macacha que cuatro policías despistados se internaron por error de orientación en la pacífica y tranquila región donde viven los ayllus de ustedes, señores Cacachacas, junto a los ayllus de los señores Laimes, también avecindados con los señores Jucumanis y los señores Kachacas formando entre todos ustedes un conjunto pacífico, armonioso y tranquilo, salvo pequeños incidentes por cuestiones de linderos o de natural extravío de algún camélido que iba en pos de alguna llama joven y coqueta.
Después, Macacha me dijo que los rumores del extravío de cuatro policías en la zona de ustedes, señores Cacachacas, habían ido creciendo por obra y arte de los chismosos periodistas que trabajan en la televisión, la radio, y los periódicos, pues se sabía que los cuatro policías desaparecidos habían fallecido. Yo le dije a mi comadre “no hagas caso de esos rumores malignos y tampoco los propague porque yo conozco a los señores Cacachacas y a los señores de los ayllus vecinos y sé que son incapaces de cometer acciones malvadas y mucho menos contra los policías.
Un día fue consultado sobre esa infortunada situación el Vicepresidente García Linera y sus respuestas me devolvieron la tranquilidad cuando dijo que en la zona de Uncía existía una situación irregular y pronto se recobrarían la paz y el orden.
Cuando llegó nuestro presidente cósmico de uno de sus viajes ordenó a los Ministros Coca y Llorenti que viajaran a la zona para hablar con ustedes, señores Cacachacas y para que les solicitaran con educación y buenas maneras la entrega de los cadáveres de los cuatro policías para que sus parientes tuvieran el consuelo de darles cristiana sepultura.
Los Ministros mencionados, señores Cacachacas y el Defensor del Pueblo han retornado a La Paz sin conseguir su propósito y ustedes siguen siendo calumniados de cometer hechos malvados.
Para apoyar la acción gubernamental, les escribo esta carta, señores Cacachacas esperando que no les cause molestia por estar redactada en español y no en quechua, el dulce lenguaje que ustedes parlan. Con el mayor respeto y consideraciones de Paulino Huanca.
PAULOVICH
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