Viernes 06 de octubre de 2017
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Editorial y opiniones
Elegir a un partido y no a un candidato
06 oct 2017
Raúl Pino-Ichazo Terrazas
PaÃses dinámicos en el discurrir de su polÃtica interna y de turbulenta historia como el nuestro, deberÃan contemplar y racionalizar que las propias normas de la constitución se regulan asà mismas y revisarlas periódicamente, fundamentalmente porque el propio pueblo asà lo exige con sus necesidades, manifestaciones, asertos en sus sugerencias y oposiciones. Vivimos, ahora, en Bolivia, una apasionada controversia jurÃdica sobre la legitimidad de la presunta postulación del actual presidente y la negativa de la oposición que considera esa presunción ilegitima, surgiendo los recursos establecidos para plantear la acción de inconstitucionalidad abstracta o concreta.
Hasta la fecha actual los partidarios de la continuidad del mandatario actual por medio del voto, han presentado su posición fundamentada jurÃdicamente ante el órgano pertinente y supremo de justicia que debe dirimir estas interpretaciones, empero, por parte de la oposición no se evidencia una refutación argumentada que destrone jurÃdicamente la posición contraria del principal partido polÃtico de Bolivia.
Por lo contrario, la oposición, que supuestamente, para impedir este propósito deberÃa aspirar a una victoria jurÃdica, se inclina más por la reclamación ante organismos internacionales, sin que todavÃa haya encontrado la verdad jurÃdica en la profundidad de un proceso intelectivo, que se puede interpretar como un desprecio o subestimación a la facultad del órgano supremo competente. Lo que se percibe en este dilema es que el pueblo no es considerado como sujeto principal, pues desde el momento que existe disenso, solo es el pueblo quien debe decidir sujetándose a los argumentos jurÃdicos que emanen del órgano supremo que le convenzan, ya que convencer es doblegar la voluntad por la razón.