Lunes 02 de octubre de 2017

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Cada 1 de octubre se conmemora el Día del Árbol, un bonito momento para recordar la importancia que ellos tienen en la existencia del ser humano. Gracias a ellos respiramos un aire puro, es el que oxigena los pulmones, refresca el cerebro, hace bien al corazón y conserva nuestra vida.
A ellos debemos agradecerles; poniéndoles en buena tierra, regándoles, abonándoles, en cada momento.
Es lindo el cuidar una planta, dedicarse a ella, pasión convertida en una aventura, de la cual estamos invitados, tú, él, todos nosotros, así nuestros ojos se deleitarán, con su verdor, coloridas flores e incluso disfrutaremos de sus frutos.
Triste es cuando se van secando por el descuido de sus gestores, las inclemencias del tiempo, la destrucción del hombre. Reprochable es ver como se talan árboles con la excusa del progreso, la ambición monetaria, y la comercialización indiscriminada. Son tan vulnerables ante la arremetida de la mano del hombre, no pueden defenderse, mueren despacio, los destruyen con dolor y los destrozan con violencia. Si pudieran hablar seguro estoy que alzarían su voz al son de protesta, escribirían mensajes de reclamos de esta forma: "por qué nos matan si somos los que damos vida", "piensen en sus hijos, no nos maten", "viniste a jugar un día con nosotros, que derecho tienes para matarnos", "con razón dicen: la memoria es frágil, que olvidaste los días de tus alegrías". Cada vez que matan a un árbol, del corte sale una resina, cual si fueran lágrimas que vierten desde el fondo de sus entrañas.