Las fuerzas de las FARC, luego de haber depuesto armas y aceptado las condiciones del gobierno colombiano para "reincorporarse" a la vida ciudadana, conforme a una de las condiciones, ha conformado un partido político seguramente con la intención de intervenir en procesos que les permita acceder al gobierno de la nación. Sus integrantes han prometido todo; pero, queda en el pueblo una sensación de desconfianza absoluta debido a las experiencias dejadas por muchas décadas en la vida colombiana.
Haber depuesto las armas y retornado a la vida ciudadana, el contar con grandes ventajas que el gobierno ha comprometido, el sentir que no hay rencor ni deseos de castigar todos los crímenes cometidos, no implica, no debe significar que el país olvide todos los crímenes, asesinatos, asaltos a bancos y comercios, secuestros, matanza inmisericorde de ciudadanos incluidos niños y mujeres, que han cometido las fuerzas revolucionarias de las FARC que, además, han sembrado terror en muchas poblaciones y han sometido a muchos pueblos para que sus habitantes cooperen con ellos; cooperación que, si no se producía era causa para que familiares de los convocados sean castigados severamente hasta con la pena de muerte.
Rendirse, deponer las armas, prometer conductas dignas, comprometerse a nunca más usar de la fuerza para imponer caprichos y deseos insanos como los cometidos contra el pueblo colombiano, no es causa ni motivo para que se confíe, para que renazca la esperanza de cambios positivos y menos para que, interviniendo en la vida política actúen conforme a las leyes y los principios constitucionales. Lo hecho en décadas de enfrentamientos sangrientos con las fuerzas regulares del país no se puede borrar de la noche a la mañana tan sólo atenidos a esperanzas de "buenos comportamientos".
Los acuerdos con que se logró la paz evidentemente prometen concesiones jamás otorgadas a quienes habían cometido todo tipo de delincuencias y crímenes de lesa humanidad; al contrario, todo ello ha sido motivo de condena y castigo en cualquier parte del mundo.
El pueblo colombiano, mediante un referéndum habría otorgado su perdón a componentes de las FARC, pero, en el sentir de la colectividad, surge una pregunta: ¿Esos resultados de ese referéndum incluyen inmunidad e impunidad para todos los delitos? ¿Qué garantías pueden darse a quienes no han respetado absolutamente nada y han obrado en contra de su país causando la muerte de miles de personas y ocasionado pérdidas de toda clase?
Las FARC tuvieron nexo y complicidad cerrada con el narcotráfico y lo protegieron y permitieron su crecimiento tanto mediante el apoyo a los cocaleros como a quienes industrializaron la coca con miras a invadir al mundo con ella y, además, para que los delincuentes del narcotráfico se conviertan en partidarios y sostén de quienes al incursionar en política pretenden llegar al gobierno de ese país. ¿No será peligroso para cualquier político o ciudadano tener contacto con quienes les causaron al pueblo y sus instituciones todos los males que una nación puede soportar? ¿Regirá la impunidad para todo? Es pues, extraña la concesión de permitir la creación de un partido político para que actúe impunemente en detrimento de valores y principios que el pueblo, en todas sus generaciones, ha respetado y practicado.
Así, pues, se llega a la dolorosa conclusión de no ser justo y menos moral que se recurra al crimen, la delincuencia en todas sus manifestaciones y la consumación de todo tipo de delitos para arribar a situaciones y condiciones legales tan sólo con la imposición de hacer creer que "en el fondo, había sido bueno y el arrepentimiento es sincero y honesto"; condiciones que nadie, en su sano juicio, puede creer pese a la bondad y caridad que se pueda tener hacia los conversos del mal al bien.
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