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Domingo 24 de septiembre de 2017

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Cultural El Duende

Herencias de la literatura boliviana

Creación de la Pedagogía Nacional

24 sep 2017

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Capítulo X

No porque seamos un compuesto o un producto de diferentes elementos étnicos debemos o podemos aceptar que no existe, tratándose de nosotros, carácter nacional. Desde que hay nación, esto es, desde que hay un grupo humano que permanece en la historia y genera en la naturaleza, dentro de un marco de condiciones especiales, propias y permanentes, entonces hay raza, y entonces, hay carácter nacional.

¿Y qué es el carácter nacional, según esta manera de concebir las cosas?

-Es la manifestación constante de una ley biológica, tratándose de una nación. Y ¿cómo se muestra y dónde se encuentra? En todas partes y en todas las manifestaciones de la nación: en la inteligencia, sobre todo en las costumbres, en los gustos y tendencias, en sus afinidades y repulsiones: es el genio de su historia y es como el tinte de que se matiza toda su actividad nacional. Puede a veces no ser suficiente personal y típico; puede a veces poseer ciertas condiciones comunes con las de otros caracteres; puede a veces sufrir, a lo largo de la historia, depresiones bióticas considerables, o exaltaciones e intensificaciones inesperadas; un gran ojo científico (Bacon, Darwin) será siempre capaz de sorprenderlo y descubrirlo, a través de todos sus eclipses y en sus momentos de mayor despersonalización.

Segunda grande orientación de la futura ciencia boliviana: Existe el carácter nacional, y este carácter nacional debe ser la base y materia de toda evolución histórica.

¿En qué consiste? ¿Qué es? ¿Cómo es?

-Esto es lo que el cretinismo pedagógico no nos dirá jamás porque esto no está todavía en los libros ni hay cómo plagiarlo del primer sorbonizante trasatlántico; ya es esto lo que diremos a su tiempo y que será otra de las grandes orientaciones de nuestra vida y de nuestra ciencia.

Continuemos.

El carácter nacional, tratándose de hombre, es como el sustrato de toda vida. Es tan absurdo negar su existencia, no se diga ya en un grupo étnico como el nuestro, pero en la tribu más salvaje y primitiva, que se puede afirmar a priori que él existe lo mismo en una tribu hotentote que en una pelasga.

Pero haciendo nuestro papel de psicólogos, os hemos de decir por qué nuestros absurdos pedagogos, los negadores de la vida, los calumniadores de la raza, por qué niegan la existencia de un carácter, de una energía nacional.

Han leído del carácter nacional de las grandes naciones pasadas y presentes; han visto cómo esas naciones, gracias a su carácter nacional, han podido realizar en la historia cosas grandes e ilustres, sus comendadores al hablar de las grandes historias, solo han hablado de los grandes caracteres nacionales, y el resto del mundo ha quedado como en sombra. Esta fue razón suficiente para que nuestros pedantes solo crean en la existencia de un carácter nacional tratándose de grandes naciones y grandes grupos étnicos. Mientras tanto, ¿las pequeñas naciones?, ¿las naciones ínfimas? ¡Cómo no se ha escrito ni hablado de ellas, como no se puede tomarlas por patrones guías - se concluye llanamente que no tienen carácter nacional, y esto se llama lógica, y así se filosofa!

Sabed una cosa, una vez por todas: donde hay vida hay carácter. Toda la cuestión es saber medir la intensidad de esa vida para poder concluir la de su carácter. El que en este punto del globo o en este instante histórico se presente la vida en condiciones inferiores y pobres, paupérrimas tal vez, no significa otra cosa que su carácter se manifiesta igualmente inferior, pobre, paupérrimo, en su caso; pero no se puede concluir de esa pobreza la no existencia del carácter. Justamente os diremos, que uno de los signos de la gran depresión vital, de la pobreza interior de vida, es y ha sido siempre, una miopía intelectual en las razas o en sus representativos, que impedía una clara visión y una nítida conciencia de la propia vida individual o colectiva. Esa miopía puede llegar en casos hasta el extremo de negar y renegar de los mismos y propios elementos de vida de que se vive sin embargo. Es nuestro caso.

Y aquí cabe dar la fórmula, que por esta vez no es nuestra.

Cuando el gran Goethe, el maestro de maestros, emprendía también en su país la misma campaña que hoy emprendemos en el nuestro, y osaba demoler ídolos y decir la verdad, y desenmascarar simuladores, y osaba hablar en nombre de la energía a todos los encobardecidos, y desconfiando de las bibliotecas siempre estériles se entregaba a la naturaleza siempre fecunda; cuando sobre esas ruinas de prejuicios y absurdas creencias y sobre los restos de todos los profetas falsos, la élite de espíritus preguntó a Goethe: ¿en qué creer entonces?

Goethe respondió: -Glaube dem Leben! - que en buen tudesco quiere decir: "¡cree en la vida!", y lo que debe ser el evangelio de todo hombre y de toda nación dignos de ser y quedar nación y hombre.

Franz Tamayo Solares

La Paz, 1879-1956. Abogado, poeta, ensayista, dramaturgo, periodista y político. Dirigió El Diario en 1913, fundó El Fígaro en 1915, y tuvo a su cargo El Hombre Libre en 1917. Fue fundador del Partido Radical. Electo Presidente en 1934, un golpe de estado no le permitió asumir el mando.

Obras: Odas, Proverbios, La Prometheida, Las Oceánides, Nuevos Rubayat, Scherzos, Scopas, Epigramas Griegos y Creación de la Pedagogía Nacional

Al referirse a Creación de la Pedagogía Nacional, el historiador Juan Siles Guevara afirma que la obra: "es un extraordinario producto de su tiempo. Hay en ella fuertes ecos de las teorías de Taine sobre el medio y el racismo finisecular europeo y, especialmente, de la ideología alemana de Nietzsche. Con todo, por su fuerte afirmación del indio -uno de los elementos básicos de Bolivia- y del influjo del medio telúrico, ha sido uno de los libros capitales del pensamiento boliviano, y el punto de arranque de la corriente de una ´Mística de la tierra´. Por eso, su papel en Bolivia ha sido similar al de los ´Discursos a la Nación Alemana´ de Fitche. El ensayo de Tamayo, escrito en lengua vigorosa, mantiene su permanente mensaje de afirmación de Bolivia a través de los tiempos".

De su parte, el mismo Tamayo reflexiona: "Lo que hay que estudiar no son métodos extraños, trabajo compilatorio, sino el alma de nuestra raza, que es un trabajo de verdadera creación. Son los resortes íntimos de nuestra vida interior y de nuestra historia los que sobre todo el gran pedagogo debe tratar de descubrir. Es sobre la vida misma que debe operar, y no sobre el papel impreso, y en este sentido es una pedagogía boliviana la que hay que crear, y no plagiar una pedagogía transatlántica cualquiera".

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