Domingo 24 de septiembre de 2017
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Aunque en los hechos nuestra Santa Cruz ya no es una aldea, el paso vertiginoso que la hizo la primera ciudad de Bolivia, ha dejado atrás a aquellos que todavía piensan que pueden hacer de Santa Cruz lo que pensaron o piensan, según ellos. Pues se equivocan. No es, ni será así. Es que la historia no la hacen los hombres, la hacen los pueblos. Y los que no saben leer la historia, se quedan atrás, con sus anhelos rotos y sus esperanzas frustradas. Y terminan no siendo parte del progreso.
Y si no, revisen la historia. Por ejemplo Thomas Carlyle, uno de los defensores más mentados del protagonismo del hombre en la historia, en su conferencia "On Heroes, Hero-Worship, and The Heroic in History" decía que "the key role in history lies in the actions of the "Great Man", aclarando que "History is nothing but the biography of the Great Man". Es decir, que "la historia es nada más que la biografía del Gran Hombre". Paul Kennedy dice al respecto "Curiosamente el cuestionamiento más importante al postulado de la teoría del gran líder de Carlyle vino de su colega victoriano Karl Marx, ese filósofo-historiador y economista político emigrado anti-idealista. En los párrafos iniciales de su clásico El 18 de Brumario, presenta las famosas líneas: "Los hombres hacen su propia Historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado". Qué frase sorprendente. En ella, Marx captura no sólo la acción del esfuerzo humano sino que nos recuerda lo limitadas que están aún las personas más poderosas por el tiempo y el espacio, por la geografía y la historia. Y así su postulado se vino abajo cuando Winston Churchill, el gran hombre (que lo era), volviendo con Kennedy, no pudo impedir "pese a todas las facultades que reunió bajo su mando, que la Blitzkrieg nazi asolara Europa, que sacara a sus divisiones británicas de Noruega, Francia, Grecia y Creta. No pudo evitar que Japón capturara de una manera brillante una parte tan grande del Imperio Británico en Extremo Oriente, Hong Kong, Malasia, Singapur, Birmania. No pudo evitar que el Ejército Rojo se tragara toda Europa del Este, incluida Polonia, por la que hizo valer la razón de guerra en septiembre de 1939. Y no pudo, pese a lo valiente que era, impedir el ocaso y la caída de su amado Imperio Británico. En suma, los logros de Churchill como líder en tiempo de guerra fueron notables, a decir verdad, asombrosos; pero no pudo modificar las corrientes más amplias de la Historia y tuvo que llevar a cabo sus políticas dentro de los límites que había heredado, tal como señaló Marx".