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Domingo 24 de septiembre de 2017

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Revista Dominical

David Moses Bridges, artista de la tribu Passamaquoddy del Noroeste de EE.UU.

24 sep 2017

Por: Patricia Ayala Rocabado - Ph.D. en Antropología

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Este artículo es sobre mi esposo David Moses Bridges (1962-2017), quien fuera destacado artista, educador, activista político y promotor cultural. David pertenecía a la tribu indígena Passamaquoddy del Noroeste de los Estados Unidos, la cual junto a los Penobscot, Maliset y Micmac forman la nación Wabanaki. Desde niño David se crió entre la ciudad de Portland y la Reserva indígena de Sipayik, ésta última correspondiente a uno de los asentamientos más antiguos de su tribu. De acuerdo a los arqueólogos, la ocupación humana en este territorio -caracterizado por su clima extremo en invierno- se remonta a 12 mil años atrás.

David adquirió renombre nacional e internacional debido a su importante rol en el rescate y la preservación de la cultura Passamaquoddy, a través de la construcción de canoas y la manufacturación de cestos de corteza de abedul, ambas tradiciones de origen prehispánico que se estaban perdiendo cuando las retomó. Descendiente de una familia de reconocidas mujeres artistas de la cestería en fibra vegetal, como su abuela Beatriz, David fue autodidacta en su aprendizaje para crear cestos de corteza de abedul, una tradición más bien asociada a los hombres de su tribu. Para ello estudió los diseños y tecnología usados por sus ancestros, así como introdujo sus propios diseños e innovaciones tecnológicas. Parte de su labor educativa se focalizó en realizar talleres de cestería en museos, centros culturales y universidades, en los cuales no solo enseñaba cómo hacer cestos sino además transmitía una amplia gama de conocimientos sobre la cultura Passamaquoddy. Considerados como obras de arte, sus cestos fueron expuestos en diferentes museos de Estados Unidos y Chile, además de pertenecer a colecciones museológicas del Abbe Museum, Eiteljorg Museum, Heart Museum y el National Museum of the American Indian/Smithsonian Institution, entre otros. Además, su trabajo en cestería fue premiado en ferias de arte indígena tan importantes como las de Santa Fé y Arizona.

Si bien manufacturar cestos fue uno de los deseos más grandes de David, su mayor pasión desde niño fue convertirse en constructor de canoas de corteza de abedul, siguiendo así los pasos de su abuelo Silvestre, considerado como el último canoero de su tribu. Este deseo lo acompañó toda su juventud, incluso durante su vida en la ciudad de San Francisco, pero fue recién en los años noventa, a su regreso a Maine, que comenzó a construir canoas Passamaquoddy. Como su abuelo ya tenía una edad avanzada y no podía enseñarle de forma directa, David estudió arquitectura de botes de madera en Eastport e historia en la Universidad de Machaias. Su encuentro con Steve Cayard, constructor autodidacta de canoas indígenas, fue fundamental en su proceso de convertirse en canoero, ya que después de ser su aprendiz y trabajar juntos por largo tiempo alcanzó la maestría en este campo.

Posteriormente, David y Steve lideraron un sinnúmero de proyectos para construir canoas Wabanaki en Estados Unidos y Canadá, así como restauraron canoas etnográficas en diferentes museos. Sus talleres duraban un mes y se caracterizaban por ser participativos, ya que los interesados podían colaborar directamente en el proceso constructivo de una canoa. David siempre describió su trayectoria para llegar a ser canoero como una búsqueda espiritual, a través de la cual aprendió a valorar aún más el legado de sus abuelos y ancestros. Según él, cada vez que caminaba por los bosques en busca de corteza de abedul, sentía que pisaba los mismos pasos de sus ancestros, quienes desde hace miles de años habían comprendido cómo sobrevivir en un medioambiente extremo como el de Maine.

Otra faceta de David fue su activismo y liderazgo en luchas por la defensa de las tribus Wabanaki. Su trabajo para prevenir que la empresa LNG o Liquefied Natural Gas (Gas Natural Licuado) se instalara en la bahía Passamaquoddy fue especialmente importante. En este contexto, David y otros miembros de su tribu, además de personas externas a ella, fundaron la organización no gubernamental denominada en lengua Passamaquoddy: NULANKEYUTOMONEN NKIH-TAHKOMIKUMON (Nosotros cuidamos la tierra). El principal argumento de esta organización fue que la presencia de LNG en la bahía Passamaquoddy iba en desmedro de la preservación de su territorio y medioambiente. Esta lucha, realizada principalmente por David y un grupo de líderes mujeres, implicó enfrentarse legalmente a la multinacional Quoddy Bay LNG´s, batalla que ganaron después de 12 años de disputas. Este proceso conllevó además el aporte voluntario y asalariado de profesionales de distintas ramas, quienes junto a miembros de la mencionada organización, disputaron la protección de territorio Passamaquoddy ante el Estado de Maine y la empresa privada. La defensa medioambiental de David fue reconocida por organizaciones gubernamentales y no gubernamentales.

El discurso artístico, educativo y político de David siempre enfatizó la relación cultura-naturaleza, ya que para él los Passamaquoddy sin su particular medioambiente no existirían y, por otro lado, esta cultura como tal no existiría sin el conocimiento profundo y adaptación a dicho medioambiente. Sus enseñanzas hablaban constantemente sobre la importancia de conocer y tener conciencia sobre el lugar en que habitamos. Un valor distinto al popularizado por la cultura moderna que invita a la desconexión entre el ser humano y su medioambiente. La labor de David también apeló a un profundo respeto por sus ancestros, ya que para él quienes son los Passamaquoddy hoy y cómo han podido sobrevivir un medioambiente como el suyo y a los embates de la colonización, se debe a las enseñanzas de sus ancestros.

La historia de David habla de ideales y valores compartidos por poblaciones nativo americanas e indígenas bolivianos, así como muestra las luchas transversales que tanto indígenas como no indígenas estamos atravesando en pro de la preservación de nuestro planeta y el respeto por nuestros ancestros. Parte del legado de David ha sido documentado en el film "Rhytms of the Heart" dirigido por Thom Willey, el cual relata su trayectoria para convertirse en canoero y su proceso con el cáncer. Actualmente, un grupo de documentalistas internacionales, apoyado por la reconocida fundación boliviana UKAMAO, realizan un documental acerca de la lucha de David y su organización contra la instalación de la empresa LNG en territorio indígena.

Durante la etapa final de su disputa contra LNG y en el auge de su carrera artística y de promoción cultural, nos conocimos en Indianápolis, cuando David postulaba a una beca en el Eiteljorg Museum y yo estudiaba para mi Postgrado en Antropología. Posteriormente nos casamos y tuvimos dos hijos, Sabattus y Natanis, quienes vinieron a completar nuestra familia ya integrada por nosotros y Tobias, el hijo mayor de David. Después del fallecimiento de mi esposo en enero de este año, decidí volver a Bolivia, lugar también amado y reiteradamente visitado por David y su familia a lo largo de los años. Actualmente radicamos en Oruro, donde nací y crecí junto a mis padres y hermanos antes de migrar a Chile por varios años.

Ahora nuestros hijos estudian en el colegio Anglo Americano, institución que esperamos nos ayude a enriquecer y fortalecer su experiencia multicultural, ya que teniendo doble ciudadanía y perteneciendo a diferentes comunidades, a su corta edad Sabattus y Natanis han estado expuestos a la diversidad cultural estadounidense, passamaquoddy, boliviana y chilena.

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